La contaminación plástica en los océanos es un problema ambiental que ha alcanzado dimensiones alarmantes. Cada año, millones de toneladas de plástico terminan en el mar, afectando la vida marina y la salud de los ecosistemas. Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) ha puesto de manifiesto la necesidad de adoptar soluciones más profundas y transformadoras para abordar esta crisis. En lugar de centrarse únicamente en la limpieza y el reciclaje, es crucial cambiar los patrones de producción y consumo que perpetúan este problema.
### La Necesidad de Enfoques Transformadores
El estudio de NTNU analizó más de cincuenta medidas implementadas en Noruega durante los últimos 40 años para combatir la contaminación plástica marina. Los hallazgos revelan que la mayoría de estas intervenciones se han centrado en la limpieza de playas, el reciclaje y la eliminación de microplásticos. Aunque estas acciones son importantes, se consideran insuficientes porque abordan solo los síntomas del problema, no sus causas fundamentales.
Natalya Amirova, autora principal del estudio, destaca que las soluciones actuales se limitan a limpiar el plástico después de que ha sido desechado. «Clasificamos, reciclamos y recogemos el plástico en la orilla. Pero ¿qué hay de los métodos que cambian por completo la forma en que producimos y consumimos plástico?», cuestiona. La investigación identificó solo tres intervenciones con un verdadero potencial transformador: la red municipal KIMO, la Estrategia Nacional de Economía Circular del gobierno noruego y el Panel Internacional de los Océanos. Estas iniciativas abordan valores intrínsecos como la protección ambiental y la sostenibilidad, proponiendo un cambio en los paradigmas sociales que rigen la producción y el consumo.
### Un Problema Social Complejo
La contaminación por plásticos no es solo un desafío ambiental, sino también un problema social complejo. Según el informe, las intervenciones transformadoras son aquellas que modifican las intenciones del sistema, es decir, los paradigmas, valores y metas fundamentales de la sociedad. Amirova enfatiza que es esencial buscar maneras de contribuir a cambiar el sistema mismo, involucrando a productores, políticos y consumidores en este proceso.
Sin embargo, el estudio también señala limitaciones significativas en las intervenciones prometedoras. Muchas carecen de objetivos y plazos definidos, lo que dificulta evaluar su impacto real en la reducción de la contaminación plástica. Además, tanto el Panel Oceánico como la Estrategia de Economía Circular a menudo priorizan valores materialistas, como el crecimiento económico, por encima de la salud de los océanos.
La investigación incorpora la teoría del psicólogo Tim Kasser, quien argumenta que los cambios sociales solo pueden ocurrir cuando los tomadores de decisiones están expuestos a valores prosociales y proecológicos. «Las investigaciones demuestran que si estamos más expuestos a valores materialistas, tendemos a elegir comportamientos y decisiones asociados a ellos, a la vez que rechazamos comportamientos que beneficien a la sociedad y al medio ambiente», explica Amirova. Esto resalta la importancia de crear entornos que fomenten valores que prioricen la salud del planeta sobre el beneficio económico inmediato.
### La Influencia de las Redes Sociales y la Publicidad
Las redes sociales juegan un papel crucial en la formación de percepciones y comportamientos. La forma en que se presenta la información sobre el océano puede influir en cómo las personas lo valoran. Amirova señala que un enfoque materialista, que describe al océano como una economía, puede desvirtuar su importancia ecológica y social. «El océano no es solo cuestión de dinero; también contribuye a nuestra salud física y mental», afirma. Por lo tanto, es vital que las decisiones sobre el océano no se basen únicamente en su valor monetario, sino que también consideren su papel en el bienestar colectivo.
Los investigadores proponen varias intervenciones transformadoras. Sugieren reemplazar los indicadores económicos convencionales por métricas de salud oceánica en la toma de decisiones gubernamentales. Esto permitiría a las autoridades evaluar las medidas en función de la calidad del agua, la biodiversidad y otros indicadores, en lugar de priorizar los indicadores económicos. Además, abogan por establecer objetivos claros para reducir los residuos plásticos en las primeras etapas de la cadena de valor y apoyar iniciativas de base y pequeñas empresas con modelos de negocio libres de plástico.
Por ejemplo, al fomentar iniciativas locales y pequeñas empresas con un perfil de residuo cero, se puede aumentar su presencia frente a las grandes corporaciones. Esto no solo reduce el consumo de plástico, sino que también beneficia a las comunidades locales. Otras propuestas incluyen reducir la publicidad con fines de lucro en favor de mensajes que promuevan el bienestar colectivo y fomentar comunidades que aboguen por estilos de vida menos materialistas y más circulares. Este enfoque integral es esencial si se quiere revertir la tendencia de que haya más plástico que peces en los océanos para el año 2050, como muchos predicen.