La reciente celebración del Foro Económico y Social del Mediterráneo en Málaga ha puesto de relieve la importancia de reflexionar sobre el futuro de esta región tan rica en historia y cultura. Este evento, que tuvo lugar el 17 y 18 de junio, reunió a destacados ponentes internacionales, entre ellos el profesor David Abulafia, un experto en la historia del Mediterráneo. Su obra, «El Gran Mar», es un referente para quienes desean entender la evolución de esta zona desde sus inicios hasta la actualidad.
Abulafia, en su intervención, no solo abordó la historia del Mediterráneo, sino que también reflexionó sobre los desafíos actuales que enfrenta, especialmente en lo que respecta al turismo. En su opinión, el turismo masivo ha transformado ciudades históricas en destinos que a menudo parecen más parques temáticos que lugares con un rico patrimonio cultural. Este fenómeno se observa claramente en lugares como Venecia, donde las multitudes dificultan la experiencia auténtica de la ciudad. Asimismo, mencionó la situación en Dubrovnik, donde el turismo de cruceros ha llevado a que la historia de la ciudad se vea eclipsada por la búsqueda de selfies en escenarios de series populares como «Juego de Tronos».
La necesidad de gestionar el turismo de manera más sostenible es un tema recurrente en las discusiones sobre el futuro del Mediterráneo. Christian Boutin, responsable de Amadeus en España, también participó en el foro y destacó la importancia de diversificar la oferta turística. Puso como ejemplo a Ámsterdam, donde se han implementado estrategias para redistribuir a los turistas hacia otras áreas de los Países Bajos, evitando así la saturación de ciertos puntos turísticos. La inteligencia artificial se presenta como una herramienta clave para entender mejor las necesidades de los viajeros y ofrecerles experiencias más personalizadas.
Sin embargo, el turismo no es el único desafío que enfrenta el Mediterráneo. La degradación visual del litoral, impulsada por la construcción desmedida, es otro problema que preocupa a muchos. Desde Girona hasta Cádiz, el paisaje costero ha sido alterado por desarrollos inmobiliarios que no siempre respetan el entorno natural. Abulafia y otros expertos coinciden en que, si se pudiera empezar de nuevo, las decisiones sobre el desarrollo costero serían muy diferentes. La situación actual, con ejemplos como el Hotel El Algarrobico en el cabo de Gata, es un recordatorio de que aún queda mucho por hacer para proteger el patrimonio natural y cultural de la región.
El cambio climático también se presenta como una amenaza inminente para el Mediterráneo. Abulafia advierte que el calentamiento de las aguas podría hacer que las temperaturas estivales sean tan altas que los turistas opten por destinos más frescos en el norte de Europa. Este cambio en los patrones de turismo podría tener un impacto significativo en la economía de la región, que depende en gran medida de la llegada de visitantes durante los meses de verano. La necesidad de adaptarse a estas nuevas realidades es urgente y requiere un enfoque integral que contemple políticas de movilidad, turismo, infraestructura y sostenibilidad.
En medio de estas preocupaciones, Abulafia también nos invita a mirar hacia el futuro con esperanza. Al preguntarle sobre lugares menos conocidos en el Mediterráneo, mencionó Kotor, en Montenegro, y Acre, en Israel, como ejemplos de ciudades que han jugado un papel crucial en la historia de la región. Sin embargo, también destacó un lugar en España: Cuenca. A pesar de estar alejada de la costa, Abulafia considera que esta ciudad, situada a 1.000 metros de altitud, tiene una conexión mediterránea que merece ser explorada. Esto nos recuerda que la riqueza del Mediterráneo no se limita a sus costas, sino que se extiende hacia el interior, donde también se encuentran historias y culturas fascinantes.
La conversación sobre el futuro del Mediterráneo es compleja y multifacética. Desde la gestión del turismo hasta la preservación del patrimonio cultural y la adaptación al cambio climático, los desafíos son numerosos. Sin embargo, la celebración de foros como el de Málaga es un paso importante hacia la búsqueda de soluciones sostenibles que permitan a esta región seguir siendo un lugar de encuentro entre culturas, historia y naturaleza. La colaboración entre expertos, responsables políticos y la comunidad en general será clave para garantizar que el Mediterráneo continúe siendo un espacio vibrante y significativo para las generaciones futuras.