La heptatleta belga Hanne Maudens ha dado un paso valiente al revelar su experiencia de abuso sexual por parte de su exentrenador, un hecho que ha sacudido el mundo del atletismo y ha puesto de relieve la necesidad de abordar el acoso y la violencia en el deporte. En una entrevista reciente, Maudens compartió su dolorosa historia, que incluye años de violencia verbal, humillaciones y un comportamiento sexualmente inapropiado que la llevó a alejarse del deporte que ama.
La atleta, que se coronó campeona de Bélgica en salto de longitud en 2020, había estado en la mira para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. Sin embargo, su salud mental se deterioró drásticamente durante el periodo de preparación, lo que la llevó a una profunda depresión. «No quería levantarme por la mañana. Dormía hasta tarde y mucho más durante el día para no tener que vivirlo conscientemente», confesó Maudens. Esta lucha interna la llevó a considerar dejar el atletismo y la escuela por completo.
El abuso que sufrió fue más allá de lo físico; su exentrenador ejercía un control estricto sobre su alimentación y peso, creando un ambiente de angustia constante. En un episodio particularmente perturbador durante una concentración en Sudáfrica, Maudens relató que su exentrenador le pidió que se quitara el sujetador y luego se sentó sobre ella, comenzando a masajear su espalda. Este momento marcó un punto de inflexión en su vida, ya que su mente bloqueó lo que ocurrió después, un mecanismo de defensa ante el trauma.
La respuesta de la Federación Flamenca de Atletismo ha sido igualmente alarmante. Según Maudens, su denuncia fue archivada sin una investigación adecuada, lo que refleja una cultura de encubrimiento en lugar de protección. «Borraron mi testimonio. Preferían evitar que el atletismo belga se viera afectado. Eso fue lo más doloroso», afirmó. La Federación, que no está afiliada al Tribunal Deportivo, no tiene la obligación de rendir cuentas, lo que plantea serias preguntas sobre la responsabilidad en el deporte.
El presidente de la Federación, Gery Follens, ha defendido la decisión de archivar el caso, alegando falta de pruebas y negando cualquier encubrimiento. Sin embargo, la falta de acción ha dejado a Maudens sintiéndose desamparada y sin apoyo. A pesar de esto, la atleta no se ha rendido. Ha interpuesto dos denuncias policiales y ha contratado un abogado para buscar justicia. Además, cuenta con el respaldo de Olav Spahl, director del Comité Olímpico Belga, quien ha sido un aliado crucial en su lucha.
Maudens ha expresado su deseo de que su experiencia sirva para prevenir futuros abusos en el deporte. «A los atletas nunca se nos pone en primer plano. Pero quiero que eso cambie. Los atletas deben tener la oportunidad de contar su historia y alzar la voz», declaró. Su valentía al compartir su historia no solo busca justicia personal, sino que también pretende abrir un diálogo sobre el abuso en el deporte y la necesidad de crear un entorno seguro para todos los atletas.
A pesar de las adversidades, Hanne Maudens ha decidido reanudar sus entrenamientos, esta vez lejos de Bélgica, donde no se le permitía ejercitarse con un entrenador federado. Su objetivo es claro: competir en los próximos Juegos Olímpicos de 2028 en Los Ángeles. Su historia es un recordatorio de que, aunque el camino hacia la recuperación y la justicia puede ser largo y difícil, la resiliencia y la determinación pueden llevar a un cambio significativo en el mundo del deporte.
La valentía de Maudens al hablar sobre su experiencia es un llamado a la acción para todos en la comunidad deportiva. Es fundamental que se establezcan protocolos claros para abordar el abuso y la mala conducta, y que se garantice un entorno seguro para todos los atletas, independientemente de su nivel de competencia. La historia de Hanne Maudens es un testimonio de la lucha contra el abuso en el deporte y la importancia de escuchar y apoyar a las víctimas.