La llegada de Tilly Norwood, la primera actriz completamente generada por inteligencia artificial (IA), ha marcado un hito en la industria del entretenimiento. Este personaje digital, creado por Xicoia, la división de IA de la productora Particle6 Group, ha generado un intenso debate sobre el futuro de la actuación y la ética en la creación de contenido. Tilly es una representación hiperrealista de una joven británica, con características físicas que cambian sutilmente en cada clip, lo que la hace parecer más realista. Sin embargo, su aparición ha suscitado una fuerte reacción entre los actores y sindicatos de Hollywood, quienes ven en esta innovación una amenaza a su profesión.
La controversia se intensificó cuando se anunció que Tilly Norwood iba a ser representada por una agencia de talentos, lo que llevó al sindicato de actores SAG-AFTRA a emitir un comunicado enérgico. En este, se argumenta que «la creatividad debe permanecer centrada en el ser humano» y se opone a la sustitución de actores humanos por creaciones sintéticas. El sindicato destaca que Tilly no es una actriz en el sentido tradicional, sino un producto de un programa informático que ha sido entrenado utilizando el trabajo de numerosos intérpretes sin su consentimiento ni compensación. Esta situación plantea preguntas éticas sobre el uso de la IA en la actuación y la creación de personajes.
### La Resistencia de Hollywood ante la IA
La aparición de Tilly Norwood ha generado un rechazo significativo entre los actores de carne y hueso. Actrices como Mara Wilson, famosa por su papel en «Matilda», han expresado su preocupación, señalando que el personaje de Tilly es una amalgama de cientos de otras actrices, y que sería más justo contratar a una de ellas en lugar de utilizar una creación digital. Este tipo de comentarios refleja un sentimiento generalizado en la comunidad artística, donde muchos temen que la IA pueda desplazar a los actores humanos y desdibujar la línea entre la actuación auténtica y la digital.
Por otro lado, Eline Van der Velden, la creadora de Tilly, ha defendido su proyecto como una obra creativa y no como un sustituto de los seres humanos. En sus declaraciones, compara la IA con un nuevo pincel en el mundo del arte, sugiriendo que, al igual que la animación, puede ser una herramienta que enriquezca la narrativa visual sin reemplazar a los actores. Sin embargo, esta perspectiva no ha logrado calmar las inquietudes de quienes ven en la IA una amenaza a la esencia misma de la actuación.
### Ética y Futuro de la Actuación Digital
El debate sobre la ética en la creación de personajes digitales se ha vuelto más relevante que nunca. Todd Bryant, profesor en la Universidad de Nueva York, ha señalado que el principal problema radica en la falta de transparencia sobre el origen del entrenamiento de la IA. A pesar de esto, también sugiere que si los actores eligen participar en este proceso, la situación podría ser comparable a técnicas como la captura de movimiento, donde los intérpretes son conscientes de que su actuación será transformada en un formato diferente.
A medida que la tecnología avanza, ya existen empresas que ofrecen la creación de dobles digitales para actores, un proceso que implica un escaneo de tres horas para generar un avatar que puede ser utilizado en diversas producciones. Esta tendencia plantea la pregunta de si la IA podría, en lugar de reemplazar a los actores, ampliar las oportunidades en la industria del entretenimiento. Bryant sugiere que la IA podría «aumentar el pastel» de la industria, creando nuevos formatos y medios, similar a cómo la realidad virtual se ha establecido como un medio propio sin desplazar al cine.
Sin embargo, a pesar de las posibilidades que ofrece la IA, existen limitaciones claras. Muchos expertos coinciden en que los personajes generados por IA aún no pueden replicar la química humana o transmitir emociones de manera convincente. Este fenómeno se relaciona con la hipótesis del «valle inquietante», que sugiere que las réplicas que se asemejan demasiado a los humanos pueden provocar una respuesta de rechazo en los observadores. Esta es una de las razones por las que muchos en la industria son escépticos sobre la viabilidad de los actores digitales como sustitutos de sus contrapartes humanas.
En resumen, la llegada de Tilly Norwood ha abierto un nuevo capítulo en la historia del cine y la actuación. Mientras algunos ven en ella una oportunidad para innovar y explorar nuevas narrativas, otros advierten sobre los peligros de deshumanizar la actuación y el arte. La industria del entretenimiento se encuentra en una encrucijada, donde la tecnología y la ética deben encontrar un equilibrio para asegurar que la creatividad siga siendo un esfuerzo humano.
