La costa este de Estados Unidos ha sido testigo de un fenómeno alarmante: la aparición de lo que se conoce como «bosques fantasma». Estos son árboles muertos, en pie, que han sido identificados gracias a un innovador uso de la inteligencia artificial. Un equipo de investigadores ha logrado mapear casi 12 millones de estos árboles a lo largo de 36,000 kilómetros cuadrados de bosques costeros, desde Carolina del Sur hasta Maine. Este descubrimiento no solo revela la magnitud de la mortalidad arbórea en estas áreas, sino que también pone de manifiesto las consecuencias del cambio climático que, hasta ahora, habían pasado desapercibidas para muchos.
La investigación, liderada por un grupo de científicos de la Universidad de Virginia y Duke University, ha utilizado un método de aprendizaje automático para identificar estos árboles. Henry Yeung, un estudiante doctoral, dedicó cientos de horas a analizar imágenes aéreas y entrenar un algoritmo que pudiera reconocer las características distintivas de los árboles muertos. Este proceso ha permitido a los investigadores obtener una estimación que, según ellos, podría ser una subestimación del número real, ya que no incluye árboles caídos o aquellos que están ocultos por el denso dosel forestal.
### Causas de la Mortalidad Arbórea
Los bosques fantasma son el resultado de condiciones ambientales adversas, principalmente causadas por el aumento del nivel del mar. Estos árboles han sido ahogados por inundaciones o han sido envenenados por la intrusión de agua salada en el suelo. Más de 6 millones de estos árboles se encuentran en áreas costeras bajas, lo que indica su vulnerabilidad a las inundaciones. La investigación ha identificado que la elevación del terreno y la salinidad del océano son factores determinantes en la distribución de estos árboles muertos. Curiosamente, se ha observado que hay menos árboles muertos cerca de infraestructuras como carreteras y diques, lo que sugiere que estas construcciones pueden ayudar a mitigar el impacto de las inundaciones.
Durante el trabajo de campo realizado en la península Albemarle-Pamlico de Carolina del Norte, los investigadores encontraron suelos con altos niveles de salinidad y evidencias de deposición de sulfuros, lo que confirma la influencia del agua de mar en la mortalidad de los árboles. Este fenómeno no es un problema del futuro; está ocurriendo en la actualidad y es una clara señal de los efectos del cambio climático que ya están afectando a los ecosistemas costeros.
### Implicaciones para el Medio Ambiente y el Clima
La existencia de estos bosques fantasma tiene profundas implicaciones para la biodiversidad y el clima global. A medida que estos árboles mueren y se descomponen, liberan carbono almacenado en la atmósfera, contribuyendo así al cambio climático. Este proceso de descomposición no solo afecta a la calidad del aire, sino que también representa una pérdida significativa de biodiversidad, ya que estos ecosistemas albergan una variedad de especies que dependen de los árboles vivos para su supervivencia.
Los investigadores esperan que los datos obtenidos a través de este mapeo con inteligencia artificial no solo ayuden a comprender mejor cómo se forman los bosques fantasma, sino que también permitan predecir cómo podrían expandirse en el futuro. La capacidad de cuantificar estos bosques a nivel mundial podría ser crucial para calcular el carbono que se liberará a la atmósfera durante su descomposición, lo que a su vez podría influir en las políticas climáticas y en los esfuerzos de conservación.
Henry Yeung ha señalado que este fenómeno es un «problema tan pasado por alto» en comparación con otros temas más discutidos, como la deforestación tropical o los incendios forestales. La atención mediática y pública suele centrarse en estos problemas, mientras que la mortalidad arbórea en áreas costeras recibe poca atención. Sin embargo, la magnitud de la pérdida de árboles en estas regiones es alarmante y merece ser discutida y abordada con urgencia.
La investigación sobre los bosques fantasma es un recordatorio de que el cambio climático no solo afecta a los ecosistemas lejanos, sino que también tiene un impacto directo en los bosques que se encuentran en nuestras costas. La necesidad de tomar medidas para mitigar estos efectos es más urgente que nunca, y la ciencia está comenzando a proporcionar las herramientas necesarias para comprender y abordar este desafío. La inteligencia artificial, en este caso, se ha convertido en un aliado poderoso para desentrañar la complejidad de los ecosistemas y sus respuestas al cambio climático, abriendo la puerta a nuevas estrategias de conservación y restauración.