Fernando Romay, un nombre que resuena en la historia del baloncesto español, es un símbolo de la lucha de muchos deportistas que, a pesar de sus logros, enfrentan dificultades en su vida post-deportiva. A sus 65 años, Romay no solo es recordado por su destacada carrera en la selección española y su paso por el Real Madrid, sino también por su testimonio sobre las injusticias que enfrentaron él y sus compañeros en relación con la Seguridad Social en España.
### La Generación de los 80 y 90: Deportistas sin Derechos
La historia de Romay es la de una generación de deportistas que, a pesar de haber alcanzado la gloria en competiciones internacionales, no pudieron cotizar a la Seguridad Social hasta bien entrada la década de los 90. Este hecho se debe a que, en aquel entonces, el sistema español no reconocía a los deportistas como profesionales, lo que les impedía acceder a beneficios como la cotización para su jubilación.
«No cotizábamos porque no nos dejaban, era imposible. Para participar en los Juegos Olímpicos no podías ser considerado deportista profesional y eso implicaba que no podías cotizar a la Seguridad Social», explica Romay. Esta situación ha dejado a muchos deportistas en una posición precaria, obligándolos a esperar hasta los 70 años para poder acceder a una pensión digna.
El caso de Romay es emblemático, pero no es el único. Se estima que alrededor de 1.004 deportistas de la misma época han comenzado a recibir atención por parte del Gobierno, que busca soluciones para que estos atletas puedan regularizar su situación y acceder a ayudas que les permitan abonar las cotizaciones pasadas. La falta de reconocimiento como profesionales ha tenido un impacto duradero en sus vidas, afectando su bienestar y su capacidad para afrontar gastos médicos y otros compromisos financieros.
### La Realidad de la Jubilación para los Deportistas
La historia de Romay también pone de manifiesto la dura realidad que enfrentan muchos deportistas al llegar a la jubilación. A pesar de haber dedicado sus vidas al deporte y haber representado a su país en los escenarios más importantes, muchos se encuentran con que sus años de sacrificio no se traducen en una seguridad económica adecuada.
Romay recuerda momentos difíciles, como cuando tuvo que llevar a su hijo al hospital público y sabía que recibiría una factura. Esta situación refleja la angustia que sienten muchos deportistas que, a pesar de haber contribuido al deporte y a la imagen del país, no cuentan con el respaldo necesario para afrontar los gastos de salud y otros aspectos de la vida cotidiana.
La falta de cotización ha sido un tema recurrente en las conversaciones entre los deportistas de su generación. En una charla con otros íconos del baloncesto español, como Juan Antonio San Epifanio ‘Epi’ y Fernando Arcega, Romay se dio cuenta de que muchos de sus compañeros enfrentaban la misma incertidumbre. La preocupación por el futuro y la falta de un sistema que los proteja adecuadamente ha llevado a muchos a cuestionar el legado que dejarán.
El Gobierno español ha comenzado a tomar medidas para abordar esta problemática, pero el camino hacia una solución efectiva es largo y complicado. La identificación de los afectados y la creación de un marco legal que les permita acceder a sus derechos es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo. Sin embargo, la lucha de Romay y sus compañeros ha puesto de relieve la necesidad de un cambio en la percepción y el tratamiento de los deportistas en España.
La historia de Fernando Romay es un recordatorio de que, detrás de cada medalla y cada trofeo, hay seres humanos que han sacrificado mucho por su pasión. La falta de reconocimiento y apoyo en la jubilación es una injusticia que debe ser corregida, no solo para Romay y su generación, sino para todos los deportistas que han contribuido al deporte español. La esperanza es que, a medida que se avanza en la identificación de los afectados y en la creación de soluciones, se logre un sistema que garantice una jubilación digna para todos los héroes que han representado a España en el ámbito deportivo.