La Fiesta Mayor de Gràcia, una de las celebraciones más emblemáticas de Barcelona, se enfrenta a un fenómeno curioso: la participación activa de exvecinos que, a pesar de haber dejado el barrio, continúan contribuyendo a la decoración y organización de las festividades. Este fenómeno no solo refleja la profunda conexión emocional que estos individuos mantienen con su antiguo hogar, sino que también pone de manifiesto los desafíos que enfrenta la comunidad en un contexto de creciente gentrificación y aumento de los precios de la vivienda.
**La Desvinculación Geográfica y la Conexión Emocional**
Rosa Belmonte, una de las integrantes de la comisión de vecinos de la calle Lluís Vives, es un claro ejemplo de esta tendencia. A pesar de haber vivido más de medio siglo en Gràcia, Rosa se vio obligada a mudarse a El Prat de Llobregat debido a los altos costos de alquiler en Barcelona. Sin embargo, su compromiso con la fiesta mayor es inquebrantable. Cada verano, Rosa dedica 45 minutos de su día a viajar en metro para participar en la preparación de la celebración. «No puedo dejar de venir, porque lo llevo aquí…», comenta mientras pinta decoraciones para la fiesta.
La historia de Rosa no es única. Un número creciente de voluntarios, conocidos como ‘festers’, que engalanan las calles y organizan actividades, residen fuera de Gràcia. Esta situación ha surgido como resultado de la imposibilidad de encontrar vivienda asequible en el barrio. En la comisión de Lluís Vives, por ejemplo, tres de los diez miembros más activos son exvecinos que han mantenido su vínculo con la comunidad. Este fenómeno se repite en las 23 comisiones que participan en la fiesta, lo que demuestra la fortaleza de la tradición a pesar de la dispersión geográfica.
Elisabet Olivé, otra miembro de la comisión, comparte su experiencia. Aunque vive en Esplugues de Llobregat, ha mantenido una conexión constante con Gràcia. «Aunque ya no viva en el barrio, no me he llegado a desvincular nunca de Gràcia», afirma. Su compromiso con la fiesta es evidente, ya que asume tareas de dibujo y pintura, y se mantiene en contacto constante con sus compañeros a través de WhatsApp. Elisabet considera que la participación de personas de fuera del barrio puede ser beneficiosa, ya que podría atraer a nuevos voluntarios y asegurar la continuidad de la tradición.
**Desafíos de la Gentrificación y el Futuro de la Fiesta**
Santi Camacho, otro de los exvecinos que participa activamente en la fiesta, también ha experimentado las dificultades del mercado inmobiliario en Gràcia. Tras su separación, se vio obligado a mudarse a Sant Martí de Provençals debido a los altos precios de alquiler en su antiguo barrio. A pesar de su nueva residencia, Santi continúa involucrado en la organización de la fiesta. «Cuando se acerca la fiesta saben que pueden contar conmigo», asegura, destacando su deseo de seguir contribuyendo a la comunidad que tanto ama.
La situación de estos exvecinos plantea preguntas sobre el futuro de la Fiesta Mayor de Gràcia. Si bien la participación de personas que han dejado el barrio puede ser vista como una señal de la fortaleza de la comunidad, también existe la preocupación de que esta dispersión geográfica pueda amenazar el relevo generacional y la movilización de las bases. La historia de la fiesta está marcada por cambios y adaptaciones, y la llegada de nuevos participantes podría ser una oportunidad para revitalizar la tradición.
La gentrificación ha transformado Gràcia en un lugar donde muchos de sus antiguos residentes ya no pueden permitirse vivir. Sin embargo, la conexión emocional que estos exvecinos mantienen con el barrio es un testimonio de la importancia de la comunidad. La Fiesta Mayor de Gràcia no solo es una celebración de la cultura y la tradición, sino también un espacio donde se forjan lazos y se construyen recuerdos.
A medida que la fiesta se acerca, la comunidad se prepara para recibir a antiguos y nuevos participantes. La decoración de las calles, la música y las actividades son un recordatorio de que, a pesar de los cambios, el espíritu de Gràcia sigue vivo. La historia de Rosa, Elisabet y Santi es solo una de las muchas que ilustran cómo la comunidad puede adaptarse y evolucionar, manteniendo su esencia a pesar de los desafíos que enfrenta. La Fiesta Mayor de Gràcia, por lo tanto, no es solo un evento anual, sino un símbolo de resistencia y pertenencia que trasciende las fronteras físicas.