La reciente exigencia del 5% del PIB en gasto militar por parte de la administración estadounidense ha generado un intenso debate en Europa, especialmente en España. Josep Borrell, exalto representante de la Unión Europea para las políticas de seguridad y defensa, ha calificado esta demanda como «arbitraria» y ha defendido la postura de España de oponerse a ella. Esta controversia se produce en un contexto donde la cumbre de la OTAN se aproxima, y las negociaciones sobre el gasto militar están en el centro de la agenda.
### La Postura de España y la Resistencia a la Exigencia del 5%
Borrell ha expresado su desacuerdo a través de su cuenta en la red social X, argumentando que la exigencia de un gasto militar del 5% del PIB no solo es innecesaria, sino que también podría tener repercusiones negativas en el Estado del bienestar español. Esta opinión se alinea con la de otros líderes empresariales en el sector de defensa, quienes consideran que esta medida está más orientada a satisfacer las demandas de Trump que a fortalecer las capacidades de defensa de los países europeos.
La ministra de Defensa de España, Margarita Robles, ha sido una de las voces más críticas respecto a esta exigencia. Desde las últimas reuniones de la OTAN, ha argumentado que no se deben establecer porcentajes fijos, sino que cada país debe centrarse en alcanzar capacidades específicas que respondan a sus necesidades y amenazas. Esta postura ha sido respaldada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien en una carta dirigida al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, reiteró la importancia de priorizar las capacidades sobre los porcentajes.
Sin embargo, la resistencia de España a esta exigencia no ha sido bien recibida por todos los aliados. Algunos países, como Bélgica, han mostrado disposición a aumentar los impuestos para cumplir con la demanda del 5%, mientras que Italia ha propuesto posponer la implementación de esta medida hasta 2035. Esta diversidad de opiniones refleja la complejidad de la situación y la falta de consenso entre los miembros de la OTAN.
### Implicaciones para la Industria de Defensa y la Autonomía Europea
La industria de defensa en Europa también ha manifestado sus preocupaciones respecto a la exigencia del 5% del PIB. Líderes de empresas como Airbus e Indra han señalado que esta medida podría beneficiar desproporcionadamente a las compañías estadounidenses, lo que podría poner en riesgo la autonomía tecnológica de Europa. Francisco Javier Sánchez, presidente de Airbus, ha afirmado que esta exigencia parece un movimiento para que los europeos se vean obligados a adquirir productos de defensa de Estados Unidos.
Carmen Pérez, directora de Comunicación de Indra, ha coincidido en que el enfoque debería estar en que cada socio cumpla con sus responsabilidades y capacidades, en lugar de centrarse en porcentajes. Esta opinión es compartida por Miguel Ángel García Primo, consejero delegado de Hisdesat, quien ha calificado la exigencia del 5% como «improvisada» y ha cuestionado la lógica detrás de establecer un porcentaje tan elevado sin un análisis previo de las amenazas y capacidades necesarias.
La presión por aumentar el gasto militar también plantea interrogantes sobre el futuro de la cooperación en defensa en Europa. A medida que algunos países buscan aumentar su gasto militar, otros abogan por una mayor autonomía tecnológica y una reducción de la dependencia de Estados Unidos. Esta tensión entre la necesidad de cumplir con las exigencias de la OTAN y la búsqueda de una defensa europea más independiente podría dar lugar a un cambio significativo en la dinámica de la seguridad en el continente.
En este contexto, la cumbre de la OTAN en La Haya se presenta como un escenario crucial para discutir estas cuestiones. Las negociaciones en las horas previas a la cumbre serán determinantes para establecer un camino a seguir que contemple tanto las preocupaciones de los países europeos como las exigencias de Estados Unidos. La postura de España y otros aliados que se oponen al 5% del PIB podría influir en la dirección que tomen las discusiones y en la forma en que se abordarán las necesidades de defensa en el futuro.
La situación actual refleja un momento crítico para la OTAN y sus miembros, donde las decisiones que se tomen en las próximas semanas podrían tener un impacto duradero en la política de defensa europea y en la relación transatlántica. La tensión entre la necesidad de aumentar el gasto militar y la búsqueda de una mayor autonomía tecnológica será un tema central en el debate, y las posturas de líderes como Borrell y Sánchez serán clave para definir el rumbo de la defensa en Europa.