Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) han emergido como una estrategia clave en la lucha contra la contaminación atmosférica en las ciudades europeas. Estas áreas urbanas establecen restricciones de acceso a vehículos en función de su nivel de emisiones, con el objetivo de mejorar la calidad del aire y, por ende, la salud pública. En España, la implementación de estas zonas es obligatoria en municipios con más de 50,000 habitantes y en aquellos de más de 20,000 que superan ciertos límites de contaminación. Sin embargo, surge la pregunta: ¿realmente están logrando los objetivos propuestos?
Un estudio reciente ha arrojado luz sobre esta cuestión, revelando que la implementación de ZBE en ciudades como Bruselas y Amberes ha llevado a una reducción significativa de los niveles de contaminación. La investigación, que fue solicitada por una aseguradora y publicada en la revista Environment International, analizó el impacto de estas áreas desde su establecimiento en 2017 y 2018, respectivamente. Los resultados son alentadores: no solo se han observado mejoras en la calidad del aire dentro de las ZBE, sino que también se han registrado beneficios en áreas circundantes, lo que se conoce como el ‘efecto spillover’. Este fenómeno indica que la mejora en la calidad del aire se extiende más allá de los límites de las zonas restringidas, alcanzando hasta cinco kilómetros a su alrededor.
### Efectos Positivos en la Salud Pública
Uno de los hallazgos más sorprendentes del estudio es la disminución en el uso de medicamentos antidiabéticos entre los residentes de las ZBE. A pesar de que no se detectaron cambios significativos en enfermedades cardiovasculares o respiratorias, el uso de estos medicamentos aumentó a un ritmo mucho más lento en comparación con áreas sin restricciones de tráfico. Este dato sugiere que la mejora en la calidad del aire podría estar contribuyendo a frenar la incidencia de la diabetes, una enfermedad que ha sido asociada con la exposición a altos niveles de dióxido de nitrógeno (NO2).
La investigación analizó datos de más de 420,000 pacientes y encontró que la reducción de NO2 en las ZBE se correlacionaba con una disminución en el riesgo de desarrollar diabetes. Esto refuerza la idea de que las políticas de movilidad urbana, como las ZBE, no solo tienen un impacto ambiental, sino que también pueden influir positivamente en la salud de la población, especialmente en comunidades que históricamente han estado más expuestas a la contaminación.
Además, el estudio destaca la importancia de la justicia ambiental. Los barrios más desfavorecidos de Bruselas, que han sido tradicionalmente los más afectados por la contaminación, experimentaron reducciones más rápidas en los niveles de contaminantes como el carbono negro (BC) y el NO2 tras la implementación de las ZBE. Esto sugiere que las políticas urbanas pueden ayudar a mitigar disparidades históricas en la exposición a la contaminación, lo que es un paso crucial hacia una mayor equidad social.
### Desafíos y Futuro de las Zonas de Bajas Emisiones
A pesar de los resultados positivos, los investigadores advierten que los hallazgos deben ser interpretados con cautela. Aislar el impacto de las ZBE de otras medidas, como la creación de zonas peatonales o la implementación de límites de velocidad, es complicado. Además, el periodo de estudio, que abarca desde 2016 hasta 2023, es relativamente corto para evaluar efectos crónicos en la salud pública.
El estudio se presenta en un contexto crítico, ya que la Unión Europea ha establecido nuevos estándares de calidad del aire que deben cumplirse para 2030. En ciudades como Bruselas y Amberes, aún se requiere una reducción del 50% en los niveles de PM2.5 para alcanzar los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por lo tanto, las ZBE deben ser vistas como un componente dentro de una estrategia más amplia que incluya la mejora del transporte público y la promoción de la movilidad activa.
Los autores del estudio también proponen la ‘regla 3-30-300’, que sugiere que cada persona debería poder ver al menos tres árboles desde su hogar, vivir en un vecindario con al menos un 30% de cobertura arbórea y estar a no más de 300 metros de un espacio verde de calidad. Esta regla se vincula a un menor uso de servicios médicos en áreas con mayor vegetación, lo que subraya la necesidad de combinar restricciones vehiculares con inversiones en infraestructura verde y transporte sostenible.
La transición hacia un entorno urbano más saludable y sostenible no debe dejar atrás a las comunidades vulnerables. Es fundamental que las políticas de movilidad y medio ambiente sean inclusivas, asegurando que todos los ciudadanos se beneficien de la mejora en la calidad del aire. Los investigadores concluyen que el verdadero impacto de las ZBE en la salud pública podría manifestarse a largo plazo, y que es esencial mantener una vigilancia constante para evaluar su efectividad en el futuro.