La dramaturga Lluïsa Cunillé ha vuelto a los escenarios con su obra ‘Boira’, un texto que se adentra en las complejidades de la condición humana y las tensiones sociales contemporáneas. Este monólogo, que se estrenó en el TNC, se sitúa en un contexto histórico marcado por la caída del Muro de Berlín, explorando las huellas que este evento ha dejado en la sociedad actual. A través de personajes profundamente humanos y un guion que desafía las convenciones, Cunillé ofrece una mirada incisiva sobre el pasado y su repercusión en el presente.
La trama de ‘Boira’ se desarrolla en una república indeterminada de la órbita soviética, donde una periodista se encuentra atrapada en un apartamento junto a un matrimonio en crisis, un hijo que busca el dinero fácil y un exastronauta que ha visto mejores días. Esta ambientación no solo sirve como telón de fondo, sino que se convierte en un personaje más de la obra, reflejando el vacío existencial que sienten los protagonistas. La escenografía, diseñada por Lluc Castells, juega un papel crucial al evocar un ambiente brutalista que resuena con la desolación de los personajes.
Cunillé es conocida por su habilidad para crear diálogos que fluyen de manera natural, y en ‘Boira’ no decepciona. La obra está impregnada de silencios calculados y conversaciones que revelan más de lo que dicen. Esta técnica, que recuerda a la obra de Harold Pinter, permite que el espectador se sumerja en la psique de los personajes, sintiendo su angustia y sus anhelos. La dramaturga utiliza la “poética de la sustracción”, donde lo que no se dice es tan importante como lo que se expresa, creando un espacio para la reflexión y la interpretación personal.
El pesimismo que caracteriza a la obra de Cunillé se manifiesta en un paisaje humano devastado por las ideologías del comunismo y el capitalismo. A través de sus personajes, la autora plantea preguntas sobre la traición, la redención y la búsqueda de sentido en un mundo que parece haber perdido su rumbo. La historia no ofrece respuestas fáciles, dejando que sea el público quien decida cómo reaccionar ante las inquietudes que surgen a lo largo de la trama.
La dirección de Lurdes Barba es fundamental para el éxito de ‘Boira’. Barba logra mantener un ritmo que refleja la tensión y la desesperanza de los personajes, mientras que la actuación del elenco aporta una profundidad emocional que resuena con el público. Lina Lambert y Albert Pérez, quienes interpretan al matrimonio anfitrión, logran equilibrar la fragilidad y la fortaleza de sus personajes, mientras que Àurea Márquez, en el papel de la periodista, ofrece una interpretación que evoluciona de la vulnerabilidad a la determinación.
Por otro lado, el personaje de Jordi Collet, siempre borracho, presenta un reto actoral que Collet supera con creces, aportando una dosis de humor oscuro a la obra. Quim Àvila, en su papel de exastronauta, destaca por su capacidad para transmitir la desesperación y el desencanto de un hombre que ha perdido su lugar en el mundo. La química entre los actores es palpable, lo que contribuye a la intensidad emocional de la obra.
‘Boira’ no solo es un regreso triunfal para Cunillé, sino también una reafirmación de su relevancia en el panorama teatral contemporáneo. La obra, que se estrenó por primera vez en 2014, ha sido revisitada con una nueva perspectiva que resuena con los desafíos actuales. A medida que el mundo enfrenta crisis políticas y sociales, la obra de Cunillé se convierte en un espejo que refleja nuestras propias luchas y esperanzas.
La obra invita a los espectadores a cuestionar su propia realidad, a reflexionar sobre las decisiones que toman y las consecuencias que estas tienen en sus vidas y en la sociedad. En un momento en que el arte puede parecer desconectado de la vida cotidiana, ‘Boira’ se erige como un recordatorio de que el teatro tiene el poder de provocar cambios y de abrir diálogos sobre temas difíciles.
En resumen, ‘Boira’ es una obra que no solo entretiene, sino que también desafía y provoca. Con su mezcla de realismo y simbolismo, Cunillé ha creado una pieza que invita a la introspección y a la discusión, asegurando que su legado como dramaturga siga vivo y relevante en el tiempo. La obra es un testimonio de su maestría en el arte de contar historias que resuenan con la experiencia humana, y su regreso al TNC es un acontecimiento que no debe pasarse por alto.