Durante el verano de 2024, Barcelona enfrentó un desafío alarmante relacionado con el calor extremo, que resultó en 236 muertes atribuibles a las altas temperaturas. Este fenómeno afectó desproporcionadamente a las mujeres mayores de 75 años, quienes representaron el 78% de las víctimas. La Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB) ha publicado un estudio que revela la gravedad de la situación y la necesidad de tomar medidas para proteger a este grupo vulnerable.
### La Vulnerabilidad de las Mujeres Mayores
El análisis de la ASPB muestra que, de las 236 muertes registradas, 185 correspondieron a mujeres y 50 a hombres. Este dato resalta una tendencia preocupante: las mujeres mayores son más susceptibles a los efectos del calor extremo. La doctora Esther Francia, médica geriátrica del Hospital Sant Pau, explica que uno de los factores que contribuyen a esta vulnerabilidad es la soledad. Muchas de estas mujeres viven solas, lo que dificulta su capacidad para seguir los consejos de autoprotección, como mantenerse hidratadas y buscar refugio del calor.
El estudio abarca un periodo de análisis desde 2016 hasta 2024, y revela que los años más mortales fueron 2017, 2018 y 2020, con cifras de fallecimientos que oscilaron entre 417 y 535. En comparación con los días en que la temperatura supera los 34ºC, el riesgo de mortalidad aumenta un 50%. En el caso de las mujeres, este riesgo se incrementa hasta un 69%, mientras que en los hombres es del 28%. Este desbalance pone de manifiesto la necesidad de prestar atención a las condiciones específicas que enfrentan las mujeres mayores.
### Factores Contribuyentes a la Deshidratación
La deshidratación es uno de los principales riesgos asociados con el calor extremo. La doctora Francia señala que, a medida que las personas envejecen, pierden la capacidad de regular la sed, lo que puede llevar a una ingesta insuficiente de líquidos. Esto es especialmente crítico para aquellos que viven solos y pueden tener problemas de movilidad o memoria. La dificultad para levantarse y buscar agua puede resultar fatal en condiciones de calor extremo.
Además, ciertos medicamentos que son comunes entre las personas mayores pueden contribuir a la pérdida de líquidos. Medicamentos para condiciones como enfermedades cardíacas o diabetes pueden aumentar el riesgo de deshidratación. La pérdida de masa muscular con la edad también juega un papel importante, ya que el músculo retiene más agua que la grasa. Las mujeres, en particular, tienden a experimentar una mayor pérdida de masa muscular, lo que significa que su cuerpo tiene menos capacidad para retener líquidos.
La menopausia también agrava la situación. La disminución de hormonas femeninas altera la regulación del calor en el cuerpo, haciendo que las mujeres sean más susceptibles a la deshidratación. En este contexto, es crucial considerar no solo los factores biológicos, sino también los sociales. Las mujeres tienden a vivir más tiempo que los hombres, lo que resulta en un mayor número de mujeres mayores que viven solas.
La deshidratación severa puede tener consecuencias devastadoras. Puede llevar a un fallo renal, aumentar la concentración de sodio en la sangre y causar daño cerebral irreversible. En los jóvenes, la deshidratación puede ser problemática, pero en los mayores, el impacto es mucho más grave debido a la fragilidad de sus órganos. Muchas veces, los signos de deshidratación se detectan solo cuando las personas mayores llegan a urgencias con síntomas como caídas, mareos o confusión.
### Medidas de Prevención y Concienciación
Ante esta alarmante situación, es esencial implementar medidas de prevención. La doctora Francia sugiere que se debe insistir en la importancia de la hidratación, especialmente durante los días de calor extremo. Proponer alarmas o recordatorios para que las personas mayores beban agua puede ser una estrategia efectiva. Además, se debe fomentar el uso de ventiladores o aire acondicionado, aunque muchas personas mayores pueden dudar en encenderlos por razones económicas.
La comunidad también juega un papel fundamental en la protección de este grupo vulnerable. La concienciación sobre los riesgos del calor y la promoción de redes de apoyo para las personas mayores pueden marcar una gran diferencia. Es vital que familiares, amigos y vecinos estén atentos a las necesidades de las mujeres mayores que viven solas, asegurándose de que se mantengan hidratadas y seguras durante los meses de verano.
La situación en Barcelona es un recordatorio de que el calor extremo no solo es un fenómeno meteorológico, sino una crisis de salud pública que requiere atención inmediata y acción colectiva. La salud y el bienestar de las mujeres mayores deben ser una prioridad en la planificación y respuesta ante las olas de calor, garantizando que no se conviertan en las víctimas silenciosas de un clima cada vez más extremo.