La situación actual del FC Barcelona es un reflejo de una gestión marcada por la contradicción y la falta de claridad. Desde la llegada de Joan Laporta a la presidencia, el club ha estado envuelto en una serie de promesas que, en su mayoría, no se han cumplido. Este fenómeno, que se puede resumir en la frase «sí, pero no», ha llevado a una creciente frustración entre los aficionados y socios del club. A medida que se acercan los partidos de la temporada 2025-26, el Spotify Camp Nou sigue sin estar listo para recibir a los aficionados, lo que ha obligado a trasladar el encuentro contra el Valencia al estadio Johan Cruyff, donde solo se permitirán 6,000 espectadores.
### Promesas y Realidades: La Gestión de Laporta
Desde que Laporta asumió el cargo, ha prometido una serie de cambios y mejoras que, hasta ahora, no se han materializado. Uno de los ejemplos más notorios fue su compromiso de renovar a Lionel Messi, una promesa que quedó en el aire cuando el astro argentino tuvo que abandonar el club. Esta situación ha sido un claro indicativo de la falta de planificación y de la improvisación que ha caracterizado la gestión actual.
La falta de transparencia en la gestión financiera del club también ha sido un tema recurrente. A pesar de las promesas de un balance claro y accesible para los socios, el club ha estado operando sin cumplir con las normativas de fair play financiero. La situación se complica aún más con la falta de información sobre los avales necesarios para la gestión del club, lo que ha llevado a cuestionar la capacidad de la directiva para manejar las finanzas de manera responsable.
Otro aspecto que ha generado controversia es la modificación del Código Ético del club, que ha permitido la contratación de familiares y amigos en puestos clave. Esta decisión ha suscitado críticas por la falta de profesionalismo y por la percepción de que el club está siendo dirigido más por intereses personales que por el bienestar de la institución. La falta de un plan claro y la continua improvisación han llevado a que el FC Barcelona se encuentre en una situación precaria, tanto en el ámbito deportivo como en el financiero.
### La Herencia Recibida y el Futuro del Club
Uno de los argumentos recurrentes de la actual directiva es la herencia recibida de administraciones anteriores. Sin embargo, esta justificación ha comenzado a sonar vacía para muchos aficionados. A pesar de los problemas heredados, la gestión actual ha tenido la responsabilidad de tomar decisiones que podrían haber mitigado la crisis. La continua búsqueda de nuevos auditores y la falta de un plan financiero sólido han llevado a una mayor desconfianza entre los socios.
Además, la relación con patrocinadores y socios comerciales ha sido objeto de críticas. La directiva ha anunciado acuerdos que, en teoría, deberían beneficiar al club, pero que en la práctica han resultado en situaciones complicadas. Por ejemplo, el acuerdo con Nike, que se promocionó como el mejor contrato del fútbol mundial, ha sido cuestionado debido a la necesidad de pagar comisiones a intermediarios, lo que ha generado dudas sobre la transparencia de las negociaciones.
La situación del Espai Barça también ha sido un tema de controversia. A pesar de las promesas de un nuevo estadio y de instalaciones de primer nivel, los aficionados se preguntan cuándo se concretarán estos proyectos y con qué financiamiento. La falta de claridad en este aspecto ha llevado a una creciente frustración entre los socios, que sienten que sus intereses no están siendo representados adecuadamente.
En resumen, el FC Barcelona se encuentra en una encrucijada. Las promesas de la directiva han sido constantemente desmentidas por la realidad, lo que ha llevado a una creciente desconfianza entre los aficionados. La falta de un plan claro y la continua improvisación han puesto en riesgo no solo la estabilidad financiera del club, sino también su legado y su futuro en el fútbol mundial. A medida que se acerca el inicio de la temporada, los aficionados esperan que la directiva tome decisiones que realmente beneficien al club y que se alejen de la retórica del «sí, pero no» que ha caracterizado su gestión hasta ahora.