La reciente propuesta de la Sindicatura de Greuges de Barcelona ha encendido un debate crucial sobre el uso de estufas en las terrazas de los restaurantes de la ciudad. La institución ha solicitado al Ayuntamiento que considere la prohibición de todas las estufas, incluidas las eléctricas, en un esfuerzo por abordar las preocupaciones medioambientales y energéticas. Esta solicitud se produce en un contexto donde la ciudad busca cumplir con sus compromisos climáticos y reducir las emisiones contaminantes.
La Sindicatura ha elogiado la decisión del consistorio de prohibir las estufas de gas, pero ha instado a ir más allá, argumentando que las estufas eléctricas también tienen un impacto ambiental significativo. Según un informe de la Agencia de Energía de Barcelona (AEB), el uso de estufas eléctricas puede resultar en emisiones globales más altas que las de los combustibles fósiles como el butano o el propano. Este hallazgo ha llevado a la Sindicatura a cuestionar la lógica de permitir cualquier tipo de calefacción en espacios públicos, sugiriendo que solo deberían permitirse si se alimentan de fuentes de energía renovable.
### La Crisis Climática y la Regulación de Espacios Públicos
La crisis climática ha llevado a muchas ciudades a reevaluar sus políticas sobre el uso de energía en espacios públicos. Barcelona, como parte de un grupo de ciudades europeas comprometidas a ser climáticamente neutras para 2030, está bajo presión para implementar regulaciones que reduzcan el desperdicio energético y las emisiones de carbono. La Sindicatura ha señalado que la calefacción de terrazas no solo contradice los objetivos climáticos de la ciudad, sino que también va en contra de la Misión Europea 100 ciudades Net Zero, que busca un futuro más sostenible.
El Acuerdo Climático de Ciudad, impulsado por el comisionado de Agenda 2030, establece un marco regulador para el uso de calefacción y climatización en el sector terciario. Este acuerdo se basa en el Plan de Acción para la Emergencia Climática 2030, que tiene como objetivo evitar el derroche de energía y fomentar una mayor conciencia social sobre el uso responsable de los recursos. En este contexto, la Sindicatura ha instado al Ayuntamiento a considerar la prohibición total de las estufas en terrazas, independientemente de su tipo, para alinearse con estos objetivos.
### Inspecciones y Cumplimiento de Normativas
La Sindicatura también ha expresado su preocupación por la falta de información proporcionada por el Ayuntamiento en relación con la retirada de estufas de gas. A pesar de que se estableció un plazo hasta el 31 de diciembre de 2024 para que los establecimientos se adaptaran a la nueva normativa, muchos locales aún estaban utilizando estos dispositivos. La Sindicatura ha criticado la falta de eficacia del Área de Urbanismo y otros departamentos en la verificación del cumplimiento de estas regulaciones.
Entre enero y abril de 2025, el Ayuntamiento realizó 634 inspecciones, lo que demuestra un esfuerzo por hacer cumplir la normativa. Sin embargo, la Sindicatura ha señalado que es necesario un enfoque más proactivo para garantizar que se cumplan las regulaciones sobre el uso de estufas en las terrazas. La falta de información y la ineficacia en la supervisión han llevado a la Sindicatura a concluir que el Ayuntamiento debe actuar de oficio en caso de incumplimiento.
La situación actual plantea un dilema para los propietarios de restaurantes y bares, quienes dependen de las terrazas para atraer clientes, especialmente en los meses más fríos. La posibilidad de prohibir las estufas eléctricas podría afectar significativamente su negocio, lo que ha llevado a la Federació d’Associacions Veïnals de Barcelona (FAVB) a abogar por la necesidad de calefacción en las terrazas, considerando el contexto de crisis climática.
El debate sobre las estufas en las terrazas de Barcelona es un reflejo de un conflicto más amplio entre la necesidad de mantener la actividad económica y la urgencia de abordar la crisis climática. A medida que la ciudad avanza hacia sus objetivos de sostenibilidad, será crucial encontrar un equilibrio que permita a los negocios prosperar sin comprometer el futuro del medio ambiente. La decisión del Ayuntamiento sobre este asunto no solo afectará a los restauradores, sino que también enviará un mensaje claro sobre el compromiso de Barcelona con la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.