El Museu de l’Art Prohibit, un espacio que se había posicionado como el único museo de arte censurado y perseguido del mundo, ha cerrado sus puertas de manera indefinida. Esta decisión, anunciada por su fundador, el empresario Texto Benet, se produce tras un año y medio de funcionamiento marcado por conflictos laborales y protestas que han afectado gravemente su viabilidad económica. La situación se ha vuelto insostenible debido a las pérdidas económicas provocadas por un ‘escrache’ sindical que ha tenido lugar frente al museo durante los últimos cuatro meses.
La historia del museo comenzó con la promesa de ofrecer un espacio para obras que han sido censuradas o consideradas controvertidas. Sin embargo, el conflicto laboral que estalló a principios de este año, cuando el museo rescindió el contrato con la empresa subcontratada Magmacultura, ha llevado a una serie de protestas y huelgas que han impactado directamente en su funcionamiento. Los siete trabajadores afectados por esta decisión reclamaban su subrogación, un derecho que consideraban garantizado por el convenio laboral aplicable. La dirección del museo, sin embargo, argumentó que estos empleados debían ser reubicados en otros espacios culturales, lo que desencadenó una serie de movilizaciones que culminaron en una huelga indefinida.
Las condiciones laborales de los trabajadores también han sido un punto crítico en este conflicto. Según el sindicato Solidaridad y Unidad de los Trabajadores (SUT), los empleados de las subcontratas enfrentaban condiciones precarias, incluyendo la falta de climatización adecuada y la obligación de permanecer de pie durante largas jornadas. Estas denuncias han puesto de manifiesto la falta de atención a las necesidades de los trabajadores, quienes se sintieron despojados de su dignidad y derechos básicos.
El impacto de estas protestas ha sido devastador para el museo. Según informes, se ha registrado una caída del 75% en los ingresos en comparación con el año anterior, y las previsiones de crecimiento se han reducido en un 95%. La dirección del museo ha indicado que las coacciones e injurias sufridas durante este tiempo han afectado gravemente su funcionamiento habitual, llevando a la decisión de cerrar sus puertas de manera definitiva.
A pesar de este cierre, el museo ha manifestado su intención de transformarse en una “colección nómada”, con el objetivo de llevar exposiciones itinerantes a diferentes partes del mundo. Esta nueva etapa busca mantener viva la esencia del museo y convertirse en un punto de encuentro para aquellos que desean desafiar la censura y promover la libertad de expresión a través del arte. La idea es que, aunque el museo físico ya no esté operativo, su legado y su misión continúen en un formato que permita la circulación de obras censuradas y la discusión sobre la libertad artística.
El cierre del Museu de l’Art Prohibit no solo representa una pérdida para la escena cultural de Barcelona, sino que también plantea preguntas importantes sobre la libertad de expresión y los derechos laborales en el ámbito artístico. La situación refleja un conflicto más amplio entre la necesidad de proteger la libertad creativa y las realidades económicas que enfrentan muchas instituciones culturales en la actualidad.
La historia del museo es un recordatorio de que el arte puede ser un vehículo poderoso para la protesta y la reflexión social, pero también es vulnerable a las presiones externas y a las dinámicas laborales. La lucha de los trabajadores por condiciones dignas y el derecho a la expresión artística son temas que deben seguir siendo discutidos y defendidos en la sociedad actual. A medida que el museo se transforma en una colección nómada, su legado podría inspirar a otros a continuar la lucha por un espacio donde el arte y la libertad de expresión puedan coexistir sin restricciones.