El uso de benzodiacepinas en España ha alcanzado niveles alarmantes, convirtiendo al país en el líder mundial en su consumo. Estas sustancias, que incluyen medicamentos como el diazepam, lorazepam y clonazepam, son comúnmente prescritas para tratar la ansiedad y otros trastornos, pero su potencial adictivo ha dado lugar a un creciente mercado negro. La historia de Toni Moog, un humorista que ha luchado contra la adicción a estas drogas, ilustra la gravedad de esta situación. Moog ha declarado que desengancharse del diazepam fue más difícil que dejar la cocaína, lo que pone de manifiesto el poder de estas sustancias sobre los individuos.
El tráfico de benzodiacepinas no es un fenómeno nuevo en España. Según fuentes policiales, existen redes que operan tanto a pequeña como a gran escala, distribuyendo estas drogas a quienes buscan más de lo que sus médicos les recetan. El clonazepam, conocido comercialmente como Rivotril, se ha convertido en la sustancia más demandada en el mercado negro, superando a otros ansiolíticos que solían ser populares, como el flunitrazepam (Rohypnol) y el alprazolam (Trankimazin).
### Modus operandi del tráfico de benzodiacepinas
Los métodos utilizados por los traficantes para obtener estas sustancias son variados y, en muchos casos, ingeniosos. Un ejemplo es el caso de Raúl, un extraficante que ha confesado haber retirado cientos de cajas de benzodiacepinas de farmacias en Cataluña. Raúl utilizaba a su abuela, quien fingía tener depresión para obtener recetas de medicamentos que luego él revendía. Este tipo de engaño no es aislado; muchas familias participan en este esquema, donde varios miembros simulan problemas de salud mental para conseguir recetas que luego se convierten en un lucrativo negocio.
La rentabilidad de este tráfico es notable. Raúl explica que una caja de benzodiacepinas puede costar alrededor de 3 euros en la farmacia, pero se puede revender por hasta 50 euros. Esto significa que, en un periodo de seis o siete años, pudo haber generado ganancias de hasta 15,000 euros a partir de una inversión inicial de 900 euros. Este tipo de negocio es considerado menos riesgoso que el tráfico de drogas ilegales, ya que las benzodiacepinas son más fáciles de conseguir y menos propensas a atraer la atención de las autoridades.
Las redes de tráfico más grandes operan a una escala industrial, confiscando miles de cajas de ansiolíticos. Recientemente, la Guardia Civil ha desarticulado varias tramas en diferentes regiones de España, como Galicia y Andalucía, donde se han incautado miles de cajas de clonazepam. Estas operaciones revelan la magnitud del problema y la necesidad de una respuesta más efectiva por parte de las autoridades.
### La compra de benzodiacepinas en la era digital
El auge de internet ha facilitado aún más el acceso a benzodiacepinas. Existen numerosas páginas web y canales de Telegram donde se pueden adquirir grandes cantidades de estas pastillas, a menudo sin necesidad de receta médica. Los precios varían, y algunos sitios ofrecen ofertas que permiten comprar hasta 100,000 pastillas a precios reducidos. Sin embargo, este método de adquisición conlleva riesgos significativos, ya que la procedencia de estas pastillas es incierta y pueden estar adulteradas.
La policía advierte que muchas de estas pastillas son fabricadas en laboratorios clandestinos, a menudo en países como China, donde se producen sustancias que también se utilizan para fabricar drogas ilegales. Esto plantea un grave riesgo para la salud de quienes deciden comprar benzodiacepinas a través de estos canales no regulados.
El humorista Toni Moog también ha compartido su experiencia con la compra de estas sustancias, señalando que la demanda es alta y que muchos consumidores, incluidos aquellos que también consumen drogas ilegales, recurren a las benzodiacepinas para contrarrestar los efectos de sus otras adicciones. Esta situación ha llevado a un aumento en la visibilidad del problema, pero también a una normalización del uso de estas sustancias en la sociedad española.
El tráfico de benzodiacepinas en España es un fenómeno complejo que involucra tanto a pequeños traficantes como a redes organizadas. La combinación de la alta demanda, la facilidad de acceso a estas sustancias y la falta de regulación efectiva ha creado un entorno propicio para el crecimiento de este mercado negro. La historia de personas como Toni Moog y Raúl pone de relieve la necesidad de abordar esta crisis de salud pública desde múltiples ángulos, incluyendo la educación sobre los riesgos asociados con el uso de benzodiacepinas y la implementación de políticas más estrictas para controlar su distribución y consumo.