La educación musical es un ámbito donde la intimidad y la confianza son fundamentales para el desarrollo de los estudiantes. Sin embargo, esta cercanía también puede dar lugar a situaciones de abuso de poder, como lo demuestra la experiencia de Andrea Castells, una pianista que ha decidido compartir su historia tras años de silencio. En un contexto donde el #MeToo aún no existía, las dinámicas de poder en las aulas de música eran muy diferentes, y las víctimas a menudo se sentían atrapadas y sin voz.
### La Dinámica de Poder en el Conservatorio
En el conservatorio donde Andrea estudió, los profesores tenían un control casi absoluto sobre la carrera de sus alumnos. Desde la selección de los estudiantes hasta la evaluación de su desempeño, el poder del docente era innegable. «El maestro ejercía un gran poder sobre los alumnos, y mucho más en mi época, cuando no había redes sociales y no podías ver otras versiones o maneras de tocar en Internet porque no existía», recuerda Andrea. Esta falta de recursos y visibilidad hacía que los estudiantes dependieran completamente de la opinión de sus profesores, lo que a menudo resultaba en un ambiente de miedo y sumisión.
Andrea relata cómo su profesor, un reconocido pianista, comenzó a hacerle insinuaciones inapropiadas. «Te podía aniquilar con sus comentarios. Cuando tú te estás formando necesitas seguridad, confianza, que te empujen y te ayuden a hacerlo mejor en lugar de sus suspiros de resignación o sus silencios cortantes», explica. La situación se tornó aún más complicada cuando el profesor, que estaba casado, comenzó a hacer propuestas indecentes a sus alumnas, creando un ambiente tóxico y peligroso.
Las dinámicas de poder en la educación musical no son un fenómeno aislado. En muchos conservatorios, los profesores tienen la capacidad de decidir el futuro profesional de sus alumnos, lo que puede llevar a abusos si no se establecen límites claros. La falta de supervisión y la cultura del silencio han permitido que estos comportamientos persistan durante años, afectando la vida de muchos jóvenes músicos.
### La Lucha por la Justicia
La historia de Andrea no es solo un relato de abuso, sino también de resistencia y búsqueda de justicia. Después de experimentar el acoso por parte de su profesor, Andrea y una compañera decidieron denunciarlo. Sin embargo, su camino no fue fácil. Al acudir a la dirección del conservatorio, se encontraron con la incredulidad de la directora, quien desestimó sus quejas y las consideró como meras «frescuras». A pesar de este obstáculo, las jóvenes no se dieron por vencidas y llevaron su caso a la policía.
El apoyo del Ayuntamiento fue crucial en este proceso. Se abrió un expediente para investigar las denuncias, y finalmente, el profesor fue despedido. Sin embargo, el caso no terminó ahí. El docente, en un intento por recuperar su reputación, demandó al conservatorio por despido improcedente, pero el juez dictaminó a favor de las alumnas. Este desenlace, aunque positivo, no borra el dolor y la frustración que Andrea siente por la falta de apoyo inicial y la cultura de silencio que aún persiste en muchas instituciones educativas.
La experiencia de Andrea pone de manifiesto la necesidad de revisar las estructuras de poder en la educación musical. Muchos estudiantes creen que la implementación de medidas como cámaras en las salas de ensayo podría ayudar a prevenir abusos, aunque no todos están de acuerdo. «Este tipo de abusos destrozan una carrera y la música ya es suficientemente difícil para que encima alguien quiera aprovecharse de ti», comenta una estudiante.
La historia de Andrea es un recordatorio de que los abusos de poder en la educación musical son un problema endémico que requiere atención y acción. La falta de mecanismos de denuncia efectivos y la cultura del silencio han permitido que estas situaciones se repitan a lo largo de los años. Es fundamental que las instituciones educativas tomen medidas para proteger a sus estudiantes y fomentar un ambiente de respeto y confianza.
El camino hacia la recuperación puede ser largo y doloroso, pero Andrea ha encontrado la fuerza para seguir adelante. Con el apoyo de la terapia, ha logrado recuperar su pasión por la música y ha comenzado a componer y tocar nuevamente. Sin embargo, el vacío que siente por la falta de apoyo de su centro educativo y de sus compañeros sigue presente. «Toca una revisión de los roles de poder y de la mentalidad de los profesores porque los abusos siguen ocurriendo», concluye Andrea, dejando claro que la lucha por un entorno educativo seguro y respetuoso continúa.