En el corazón de Barcelona, el barrio de Sant Antoni se enfrenta a una serie de desafíos que han llevado a sus residentes a alzar la voz en busca de soluciones. Desde problemas de convivencia hasta el aumento del sinhogarismo, la comunidad ha manifestado su preocupación por la degradación del área. En respuesta, el ayuntamiento ha implementado un plan de choque que busca abordar estas problemáticas de manera integral.
**Problemas de Convivencia y la Respuesta Municipal**
En julio, cinco entidades vecinales y comerciales de Sant Antoni expresaron su descontento ante la creciente degradación del barrio. Los problemas denunciados abarcan desde el incivismo hasta el consumo de drogas en espacios públicos, así como la proliferación de mercados informales que venden productos rescatados de la basura. Esta situación llevó al ayuntamiento a anunciar, el 4 de agosto, un plan de choque de intervención, que incluye la colaboración de la Guardia Urbana y los Mossos d’Esquadra.
Sin embargo, a pesar de la implementación del plan, muchos vecinos continúan insatisfechos. Durante un Consell Extraordinari de Prevenció i Seguretat, celebrado recientemente, los residentes señalaron casos de personas sin hogar que han estado viviendo en la misma calle durante meses o incluso años. La comunidad ha solicitado más recursos para que los Servicios Sociales puedan ayudar a estas personas, enfatizando la urgencia de un proyecto de ley de la Generalitat contra el sinhogarismo que aún no ha sido aprobado.
Marina Mañas, responsable del Servicio de Atención Social al Sinhogarismo en el Espacio Público (SASSEP), presentó datos sobre las acciones realizadas en el primer mes del plan de choque. Aunque se ha registrado una disminución en el número de personas sin hogar, el 82% de ellas se encuentra en una situación de cronicidad avanzada, y un 34% enfrenta problemas de adicción o salud mental. En la ‘superilla’ de Sant Antoni, las intervenciones han logrado reducir las pernoctaciones al raso, pero el concejal del Eixample, Jordi Valls, advirtió que el problema es complejo y no se deben crear expectativas irreales.
**Mercados Irregulares y Seguridad Pública**
Uno de los aspectos más controvertidos del plan de choque es la gestión de los llamados ‘mercados de la miseria’, donde personas vulnerables venden productos recuperados de la basura. A lo largo de agosto, se realizaron 16 prospecciones en la ronda de Sant Pau, donde se identificaron dinámicas de este mercado. Los servicios sociales no solo observaron, sino que también intentaron conectar a los vendedores con recursos disponibles en la ciudad.
Además, se han llevado a cabo intervenciones conjuntas con la Guardia Urbana y los servicios de limpieza, aunque estas acciones han sido criticadas por algunos vecinos, quienes consideran que no abordan el problema de manera efectiva. La limpieza del barrio ha mejorado, pero algunos residentes han expresado su descontento con la forma en que se llevan a cabo estas labores, sugiriendo que la actitud de los operarios podría ser más profesional.
Joan Ramon Villalbí, responsable de la Agència de Salut Pública de Barcelona, informó sobre la identificación de puntos de consumo de drogas en el barrio. Los equipos de intervención social han comenzado a proporcionar material higiénico para reducir los daños a los adictos, pero la comunidad sigue preocupada por la presencia de narcopisos, que no fueron abordados en la reunión del consejo.
La colaboración entre la Guardia Urbana y las entidades vecinales ha sido un paso positivo. Cada mes, las asociaciones presentan problemáticas específicas, y se discute lo que se ha hecho para resolverlas. Sin embargo, el intendente de la Guardia Urbana en el Eixample, Diego Calero, destacó que, a pesar de las percepciones de los vecinos, los delitos han disminuido en un 6,3% desde 2018, mientras que las detenciones han aumentado significativamente.
La situación en Sant Antoni es un reflejo de los desafíos que enfrentan muchas comunidades urbanas en la actualidad. La combinación de problemas sociales, la necesidad de una respuesta efectiva por parte de las autoridades y la participación activa de los residentes son elementos clave para lograr un cambio positivo. A medida que el plan de choque continúa su implementación, la comunidad espera ver resultados tangibles que mejoren la calidad de vida en su barrio.