Las negociaciones que se llevan a cabo en Ginebra, bajo el auspicio de la ONU, para establecer un tratado internacional contra la contaminación plástica se encuentran en un punto crítico. A medida que se acerca la fecha límite del 14 de agosto, las diferencias entre los países participantes parecen insalvables, lo que pone en riesgo la posibilidad de alcanzar un acuerdo significativo. Este tratado es considerado por muchos como la última oportunidad para abordar un problema ambiental que ha ido en aumento en las últimas décadas.
La cumbre, que comenzó el martes, tiene solo cuatro días hábiles para llegar a un consenso que permita la creación de un marco legal vinculante. El presidente de la conferencia, Luis Vayas Valdivieso, ha expresado su preocupación por el escaso progreso logrado hasta el momento. En sus palabras, «el progreso logrado no ha sido suficiente» y enfatizó la necesidad de un impulso real para alcanzar el objetivo común de reducir la contaminación plástica.
Uno de los principales obstáculos en las negociaciones es la falta de acuerdo sobre temas clave. Algunos países han sugerido que, para facilitar un consenso, se deberían dejar de lado ciertos puntos conflictivos. Esta propuesta ha generado un intenso debate, ya que algunos delegados consideran que renunciar a discutir temas importantes podría comprometer la efectividad del tratado.
### La Postura de los Países Productores de Plástico
Entre los países que han mostrado resistencia a las propuestas de reducción de producción de plástico se encuentran aquellos que forman parte del Grupo de Países Afines, liderado por Kuwait. Este grupo, compuesto principalmente por naciones productoras de petróleo, ha manifestado su preferencia por centrarse en la gestión de residuos en lugar de establecer límites a la producción de plástico. El representante kuwaití argumentó que el tratado no ha tenido «una oportunidad justa y equitativa de discusión», sugiriendo que se debe priorizar el consenso en las decisiones.
Por otro lado, países como Uruguay han defendido la necesidad de no aferrarse al consenso como justificación para no avanzar hacia objetivos más ambiciosos. La tensión entre estos dos enfoques refleja las profundas divisiones que existen en torno a cómo abordar el problema de la contaminación plástica. Eirik Lindebjerg, asesor global sobre plásticos del Fondo Mundial para la Naturaleza, criticó la postura de Kuwait, calificándola de un intento de convertir el tratado en un acuerdo meramente sobre gestión de residuos, lo que podría socavar los esfuerzos para reducir la producción de plástico a nivel global.
La situación se complica aún más con la creciente cantidad de propuestas contradictorias que han surgido durante las negociaciones. El borrador del tratado ha pasado de 22 a 35 páginas, y el número de corchetes, que indican matices o reservas, ha aumentado drásticamente, alcanzando casi 1.500. Esto refleja la dificultad de alcanzar un acuerdo que satisfaga a todas las partes involucradas.
### La Urgencia de un Tratado Efectivo
La magnitud del problema de la contaminación plástica es alarmante. Cada año, se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en todo el mundo, y se estima que la mitad de esta cantidad se destina a artículos de un solo uso. Las proyecciones indican que la producción de plástico podría triplicarse para el año 2060 si no se implementan medidas efectivas. Esta situación ha llevado a muchos a cuestionar la viabilidad de soluciones que se centran únicamente en el reciclaje, como lo ha señalado el representante de Panamá, Juan Monterrey Gómez. Él enfatizó que los microplásticos están presentes en nuestros cuerpos, lo que subraya la urgencia de abordar el problema desde una perspectiva más amplia que incluya la reducción de la producción de plástico.
La falta de acción efectiva en esta cumbre podría tener consecuencias devastadoras para el medio ambiente y la salud pública. La contaminación plástica no solo afecta a los ecosistemas marinos, sino que también tiene repercusiones en la salud humana, ya que los microplásticos se han encontrado en alimentos y en el aire que respiramos. La situación es crítica, y la presión para que los países lleguen a un acuerdo es más intensa que nunca.
A medida que se acerca la fecha límite, la comunidad internacional observa con atención el desarrollo de estas negociaciones. La posibilidad de un tratado efectivo que aborde la contaminación plástica depende de la voluntad de los países de dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos hacia un futuro más sostenible. La cumbre en Ginebra representa una oportunidad única para establecer un marco legal que pueda marcar la diferencia en la lucha contra la contaminación plástica, pero el tiempo se agota.