En los últimos años, la economía española ha sido objeto de diversas interpretaciones, y una de las más llamativas proviene del presidente del Gobierno, quien afirmó que «la economía española ya no va como una moto, va como un cohete». Esta metáfora, aunque optimista, invita a una reflexión más profunda sobre la realidad económica de Catalunya. A pesar de que el Producto Interno Bruto (PIB) catalán ha crecido casi un 50% en términos reales entre 2000 y 2022, la situación no es tan alentadora como parece. El crecimiento del PIB, aunque significativo, no se traduce en un aumento del bienestar de la población. En este contexto, surge la pregunta: ¿realmente Catalunya está avanzando hacia un futuro próspero o simplemente está experimentando un crecimiento superficial?
La realidad es que, a pesar del aumento del PIB, el PIB per cápita y la renta disponible de las familias se han mantenido estancados. La población de Catalunya ha crecido de 6,3 millones a más de 8 millones de habitantes en el mismo periodo, lo que significa que, aunque el «pastel» económico es más grande, las raciones para cada individuo no han cambiado. Este fenómeno es preocupante y revela un crecimiento que no se basa en la mejora de la productividad, sino en la simple expansión demográfica. En comparación con otros países europeos, donde el crecimiento del PIB suele ir acompañado de un aumento en la renta per cápita, Catalunya se encuentra en una situación excepcionalmente desfavorable.
### La Productividad Estancada
Uno de los factores clave que explica esta paradoja es el estancamiento de la productividad. En lugar de crecer gracias a un trabajo más eficiente y con mayor valor añadido, Catalunya ha visto un aumento en el número de trabajadores en sectores poco competitivos, como el turismo masivo y los servicios de baja cualificación. Este modelo económico, que se basa en la cantidad en lugar de la calidad, es insostenible a largo plazo. La dependencia de sectores con salarios bajos y condiciones laborales precarias ha llevado a un crecimiento que, aunque cuantitativo, no mejora el bienestar de la población.
La historia económica de Catalunya muestra que cuando se ha alineado demasiado con el modelo productivo español, los resultados han sido negativos. La burbuja inmobiliaria de 2008 es un claro ejemplo de cómo un modelo especulativo puede llevar a la crisis. En contraste, cuando Catalunya ha apostado por la industrialización y la exportación, ha logrado un crecimiento significativo. Este patrón sugiere que la clave para el futuro económico de Catalunya radica en la diversificación y en la búsqueda de un modelo que priorice la innovación y la productividad.
### Hacia un Nuevo Modelo Económico
A pesar de los desafíos, Catalunya aún posee un tejido industrial fuerte y un potencial significativo. Aunque la industria ha disminuido su participación en el PIB del 27% al 19% en los últimos 25 años, sigue liderando el 21% de las exportaciones españolas. Este hecho indica que, si se desarrollan adecuadamente las capacidades existentes, Catalunya puede encontrar un camino hacia un crecimiento sostenible.
Sin embargo, es fundamental que Catalunya defina su rumbo. Las decisiones sobre fiscalidad, infraestructuras y política industrial no siempre están en manos de la Generalitat, lo que complica la formulación de un modelo económico propio. Aun así, es esencial que se establezcan prioridades claras sobre los sectores en los que se desea invertir y crecer. La apuesta por un nuevo modelo económico debe centrarse en la productividad, la innovación y la creación de empleos de calidad que aseguren un mejor nivel de vida para la población.
La necesidad de un cambio de paradigma es evidente. Catalunya debe dejar atrás el modelo basado en la especulación y el turismo masivo, y enfocarse en la creación de un entorno que fomente la investigación, el desarrollo y la formación de trabajadores altamente cualificados. Solo así se podrá garantizar un crecimiento real y sostenible que beneficie a todos los ciudadanos.
En resumen, aunque el discurso oficial pueda presentar una imagen optimista de la economía catalana, la realidad es que el crecimiento actual no es suficiente para asegurar un futuro próspero. Catalunya necesita un cambio de enfoque que priorice la calidad sobre la cantidad, y que busque un desarrollo económico inclusivo y sostenible. La pregunta que queda es si los líderes catalanes y españoles están dispuestos a escuchar las inquietudes de la población y a tomar las decisiones necesarias para transformar la economía de la región.