Cataluña se enfrenta a un desafío crítico en su camino hacia la sostenibilidad: reducir en un 34% las emisiones de gases de efecto invernadero del sector transporte antes de 2030. Este objetivo, que se basa en compromisos adquiridos con la Unión Europea, es esencial para alcanzar la neutralidad climática para 2050. Sin embargo, la situación actual del transporte en la comunidad autónoma es preocupante. Desde 1990, este sector ha incrementado sus emisiones en 2,42 millones de toneladas de CO₂ equivalente, convirtiéndose en el principal desafío para cumplir con los objetivos de reducción de carbono.
La elevada densidad de movilidad en Cataluña, junto con un sistema de transporte de mercancías que depende en gran medida de la carretera, son factores que contribuyen a este aumento de emisiones. Aunque Cataluña lidera en algunos indicadores, como las matriculaciones de vehículos electrificados, todavía está rezagada en comparación con otras regiones de Europa. Solo un 7% de los vehículos en la comunidad tienen etiquetas “Eco” o “Zero”, en contraste con el 15,6% de nuevas matriculaciones de eléctricos en la Unión Europea. A pesar de los esfuerzos institucionales por promover la electrificación, los avances han sido lentos.
Por otro lado, otros sectores como la industria han comenzado a mostrar resultados más positivos en la reducción de emisiones. Gracias a la presión regulatoria y a los altos precios de la energía, las grandes empresas han adoptado medidas de eficiencia energética y han integrado fuentes renovables. Sin embargo, el transporte sigue siendo un sector que no ha logrado avances significativos. Las iniciativas implementadas, como ayudas para vehículos eléctricos y proyectos piloto de electrificación del transporte público, son necesarias pero insuficientes. La electrificación del parque móvil privado avanza a un ritmo lento, y la intermodalidad con el ferrocarril aún está lejos de alcanzar la meta del 30% del transporte de mercancías por tren.
Para abordar esta situación, es fundamental utilizar todos los instrumentos disponibles. Uno de ellos es el sistema de Certificados de Ahorro Energético (CAE), que permite certificar ahorros energéticos derivados de actuaciones de eficiencia en procesos, instalaciones o vehículos. Este sistema, gestionado en Cataluña a través del Institut Català d’Energia (ICAEN), transforma los ahorros en activos negociables que pueden ser vendidos a comercializadoras energéticas, generando un retorno económico para las empresas que invierten en eficiencia energética.
Sin embargo, la implementación del CAE en el sector transporte ha sido limitada. Según datos recientes, solo se han registrado 25 actuaciones de eficiencia en el ámbito del transporte en Cataluña, con un ahorro total de apenas 1 GWh. Esta cifra contrasta con las más de 200 actuaciones en el sector industrial, que han generado más de 300 GWh de ahorro energético certificado. Este desequilibrio indica que el sector transporte no está aprovechando las oportunidades que ofrece el sistema CAE.
El transporte es un sector complejo y fragmentado, donde muchas empresas son pymes con márgenes estrechos. Sin embargo, existen múltiples medidas que podrían acogerse al sistema CAE, como la optimización de rutas logísticas, la renovación de flotas con vehículos 100% eléctricos y la asistencia en la reducción de consumos mediante telemetría. La falta de familiaridad con el funcionamiento técnico del sistema y las dificultades de acceso a financiación son algunos de los obstáculos que enfrentan las empresas del sector.
El papel de las administraciones públicas es crucial en este contexto. No solo deben actuar como reguladoras, sino también como facilitadoras y divulgadoras. Es necesario simplificar los trámites, adaptar los modelos de cálculo a las particularidades del transporte y brindar apoyo técnico a las empresas interesadas en acogerse al sistema CAE. Además, las entidades especializadas pueden ayudar a las empresas en la búsqueda de compradores, la preparación de expedientes y la validación de las actuaciones necesarias para generar ahorros reconocidos.
Si Cataluña quiere cumplir con los objetivos marcados para 2030, el sector del transporte no puede seguir siendo una excepción. Es necesario introducir cambios estructurales y acelerar la adopción de mecanismos ya disponibles, como los Certificados de Ahorro Energético. Aunque no resolverán todos los desafíos, pueden convertirse en una herramienta útil para reducir el consumo, optimizar inversiones y generar retornos económicos. La colaboración entre el sector público y privado será fundamental para lograr una transición efectiva hacia un transporte más sostenible y menos contaminante.