La crisis humanitaria en América Latina se ha visto agudizada por los recientes recortes en la financiación de programas de ayuda, especialmente aquellos destinados a atender a los migrantes y refugiados. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) han sido dos de las entidades más afectadas por estas decisiones, que han dejado a miles de personas en situaciones de vulnerabilidad extrema.
**Desmantelamiento de Programas de Ayuda**
Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la OIM en Perú ha visto cómo su personal se ha reducido drásticamente, pasando de cerca de 200 trabajadores a solo 30 en cuestión de meses. Este recorte se produce en un contexto donde millones de venezolanos huyen de su país en busca de mejores condiciones de vida, y Perú se ha convertido en uno de los principales destinos para estos migrantes. Marco Pellizzon, coordinador de la OIM, explica que la misión de la organización es ayudar a las personas a reubicarse en países vecinos, en lugar de facilitar su migración hacia Estados Unidos, como se ha alegado desde la administración Trump.
La reducción de fondos ha tenido un impacto devastador en la capacidad de estas organizaciones para operar. En Colombia, por ejemplo, ACNUR ha tenido que reducir su personal a la mitad y se estima que alrededor de 63,000 desplazados forzosos de Venezuela se quedan sin ningún tipo de asistencia. Esto incluye a más de 17,000 niños que estaban bajo programas de protección contra el reclutamiento infantil por parte de grupos armados. La situación es alarmante, ya que muchas organizaciones locales también han cerrado, dejando un vacío que no puede ser llenado.
Jessica, una trabajadora de una ONG colombiana que prefiere mantener su identidad en el anonimato, describe la situación como un caos. Los almacenes están llenos de material médico que pronto caducará, y muchos empleados no han recibido sus salarios. La falta de coordinación con USAID ha complicado aún más la situación, ya que no hay un canal claro para gestionar la finalización de los programas de ayuda.
**Efectos a Largo Plazo en la Migración**
La reducción de la ayuda humanitaria no solo afecta a los beneficiarios directos, sino que también tiene repercusiones a largo plazo en los patrones migratorios. Aunque la administración Trump puede interpretar la disminución de los flujos migratorios como un éxito, la realidad es que muchos migrantes encontrarán otras formas de huir de sus países, aunque eso signifique arriesgar sus vidas en rutas más peligrosas. Jessica advierte que, si bien en este momento no se observan grandes flujos de migrantes, la falta de apoyo humanitario podría llevar a un aumento en la migración forzada en el futuro.
Paula Barrachina, portavoz de ACNUR, ha expresado su preocupación por la crisis de financiación que ha surgido tras la decisión de Estados Unidos de revisar sus programas de asistencia exterior. Esta situación ha llevado a una reducción drástica en el personal y en los recursos disponibles para atender a millones de personas desplazadas por la guerra y la persecución. La creciente brecha entre las necesidades humanitarias y los recursos disponibles es alarmante y podría tener consecuencias devastadoras para aquellos que dependen de la ayuda internacional.
Además, se ha observado que otros donantes están considerando reducir su ayuda internacional, lo que podría agravar aún más la crisis. La reducción de fondos no solo afecta a las organizaciones grandes como ACNUR, sino también a las pequeñas ONGs que desempeñan un papel crucial en la atención de las necesidades locales. La falta de recursos puede llevar a un efecto dominó, donde la disminución de la ayuda de un donante principal como Estados Unidos influya en las decisiones de otros países y organizaciones.
La situación actual en América Latina es un recordatorio de la fragilidad de los sistemas de apoyo humanitario y de la importancia de mantener un compromiso constante con la ayuda a los más vulnerables. La crisis de refugiados y migrantes en la región no solo es un problema local, sino que tiene implicaciones globales que requieren atención y acción inmediata. Sin un enfoque coordinado y un aumento en la financiación, las consecuencias de estos recortes se sentirán durante muchos años.