El Festival Internacional de Benicàssim (FIB) ha dado inicio a su edición número 30, un evento que atrae a miles de amantes de la música cada año. Este año, el festival ha comenzado en medio de un ambiente festivo, pero no sin controversias. La primera jornada se ha visto marcada por una protesta significativa relacionada con la vinculación del festival con el fondo de inversión KKR, que ha sido señalado por colectivos pro Palestina como colaborador de empresas que operan en asentamientos ilegales en Israel.
La protesta, organizada por BDS Castelló y la plataforma Castelló per Palestina, reunió a alrededor de treinta personas en la rotonda de la Llave, donde levantaron pancartas y gritaron consignas como «Israel asesina, el FIB patrocina». Además, repartieron volantes informativos a los asistentes que llegaban al festival, generando un ambiente de tensión en medio de la celebración. Se espera que este sábado se realice una segunda acción de protesta a las puertas del recinto, lo que podría añadir más polémica a un evento que ya ha comenzado con un trasfondo de debate social.
A pesar de las protestas, el interior del festival ha estado lleno de energía y entusiasmo. Con una afluencia que supera la del año pasado, se estima que el FIB 2025 atraerá a aproximadamente 130,000 asistentes. Los espectadores han podido disfrutar de actuaciones de artistas y grupos como Shinova, La Habitación Roja, Miss Cafeína y La Casa Azul, quienes han llenado el recinto de música y color. La Casa Azul, en particular, ha sido un gran atractivo, ofreciendo un espectáculo vibrante que ha resonado entre los asistentes.
Entre los asistentes, las opiniones sobre la situación son diversas. Ali Molina, una joven de Granada, expresó su incomodidad al asistir al festival, afirmando que había considerado no venir debido a la controversia. «Yo hago boicot todo lo que puedo y me he prometido no comprar más entradas mientras siga el vínculo con ese fondo», comentó. Por otro lado, Alberto Barbero, un asistente de Madrid, admitió no estar al tanto de la polémica y que su interés principal era disfrutar de la música. «Estoy un poco al margen de estas cuestiones; he venido por la música», dijo. Miguel Benavides, un fiel asistente del festival desde hace dos décadas, también reflexionó sobre la situación, señalando que aunque le molesta que algunos artistas no participen, apoya su decisión de posicionarse sobre temas importantes.
La controversia en torno al FIB no es un fenómeno aislado; refleja un contexto más amplio en el que los eventos culturales y musicales se ven cada vez más influenciados por cuestiones políticas y sociales. La presión para que los artistas y festivales tomen una postura sobre temas sensibles es creciente, y el FIB se encuentra en el centro de este debate. Con nombres destacados como Love of Lesbian, Ginebras, The Black Keys y Viva Suecia programados para actuar, el festival busca mantener su atractivo a pesar de las tensiones externas.
El FIB ha sido históricamente un espacio donde la música y la cultura se entrelazan, pero este año, la intersección entre el arte y la política ha cobrado una relevancia sin precedentes. Los organizadores del festival han tenido que navegar por estas aguas turbulentas, intentando equilibrar la celebración de la música con las preocupaciones sociales que han surgido en torno a su financiación. La respuesta de los asistentes y artistas a estas cuestiones podría definir el futuro del festival y su relación con la comunidad.
En este contexto, el FIB 2025 se presenta como un microcosmos de la sociedad actual, donde la música puede ser tanto un refugio como un campo de batalla para el activismo. A medida que el festival avanza, será interesante observar cómo se desarrollan las dinámicas entre los asistentes, los artistas y los organizadores, y cómo estas interacciones pueden influir en la percepción del festival en los años venideros. La música, que tradicionalmente ha sido un vehículo de expresión y unidad, se enfrenta ahora a la realidad de ser también un medio para la protesta y el cambio social.
Con el festival en pleno apogeo, los próximos días prometen ser tanto un festín musical como un escenario para el diálogo y la reflexión sobre temas que trascienden el entretenimiento. La capacidad del FIB para adaptarse a estas realidades será crucial para su legado y su relevancia en el panorama cultural contemporáneo.