La situación política en el Reino Unido ha cambiado drásticamente en el último año. Desde la aplastante victoria del Partido Laborista en las elecciones generales de 2024, la popularidad del primer ministro Keir Starmer ha caído en picado. Este cambio ha sorprendido a muchos analistas y ciudadanos, quienes esperaban que el nuevo gobierno pudiera cumplir con sus promesas de mejorar la vida de las clases trabajadoras y revitalizar la economía. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser más complicada de lo que se anticipaba.
**Desafíos Económicos y Recortes Presupuestarios**
Uno de los principales factores que ha contribuido a la caída de la popularidad del Gobierno laborista es la difícil situación económica heredada de los gobiernos conservadores anteriores. La ministra de Finanzas, Rachel Reeves, se ha visto obligada a implementar recortes significativos en el gasto público y a aumentar impuestos a las empresas para hacer frente a un agujero fiscal de 22.000 millones de libras. Esta situación ha generado un descontento considerable entre los votantes, quienes esperaban que el nuevo gobierno pudiera ofrecer soluciones más efectivas y menos dolorosas.
La promesa de no aumentar los impuestos a las clases trabajadoras ha limitado el margen de maniobra de Reeves. Según el politólogo Karl Pike, esta decisión ha llevado a la ministra a centrarse en la reducción del gasto público, lo que ha resultado en medidas impopulares, como la eliminación de ayudas para el pago de calefacción a pensionistas y recortes en programas sociales. Aunque el Gobierno argumenta que estas medidas son necesarias para fortalecer el Servicio Nacional de Salud (NHS) y la educación pública, los resultados tangibles de estas políticas tardarán en llegar, mientras que el impacto negativo sobre la popularidad del Ejecutivo es inmediato.
La falta de resultados visibles ha llevado a una creciente frustración entre los ciudadanos. Pike señala que la paciencia de la población es limitada, y esto se refleja en las encuestas de opinión, donde la desaprobación hacia Starmer ha crecido de manera alarmante. La percepción de que el Gobierno no está cumpliendo con sus promesas ha alimentado un clima de desconfianza y descontento.
**Un Giro a la Derecha y su Impacto en la Base Electoral**
Otro aspecto que ha afectado la popularidad del Gobierno laborista es su giro hacia la derecha en temas como la inmigración. Starmer ha intentado endurecer su discurso para evitar la fuga de votos hacia el partido populista de derecha Reform UK, especialmente en las regiones más afectadas por la crisis económica. Sin embargo, este cambio de enfoque ha resultado contraproducente, ya que no ha logrado reducir las llegadas irregulares de inmigrantes, que han alcanzado cifras récord este año.
Las encuestas recientes indican que Reform UK podría ganar las elecciones si se celebraran hoy, con un 26% de los votos, en comparación con el 178 escaños que los laboristas podrían obtener. Esta caída en la popularidad no solo se debe a la pérdida de votantes laboristas más conservadores, sino también a la desilusión de aquellos que se identifican con la izquierda. A pesar de los esfuerzos del Gobierno por recuperar a los votantes perdidos, muchos de sus antiguos simpatizantes se están inclinando hacia partidos como los Verdes o los Liberal Demócratas, lo que refleja un conflicto interno dentro del Partido Laborista.
El politólogo Tim Bale destaca que existe una tensión entre la necesidad del Partido Laborista de atraer a votantes más conservadores y la percepción de los votantes progresistas de que el partido se ha desplazado demasiado hacia la derecha. Esta situación ha creado un dilema para Starmer, quien debe equilibrar las demandas de diferentes facciones dentro de su partido mientras intenta mantener la cohesión y la lealtad de su base electoral.
A medida que la popularidad de Starmer sigue cayendo, con un 69% de los británicos teniendo una opinión desfavorable de él, la presión sobre su liderazgo aumenta. Aunque la posibilidad de que abandone el cargo es remota debido a la falta de un candidato viable dentro del partido, la situación actual plantea serias dudas sobre su capacidad para liderar y recuperar la confianza de los votantes. La esperanza del Gobierno radica en que las decisiones tomadas en el último año comiencen a dar frutos pronto, pero el tiempo corre en su contra y la incertidumbre política en el Reino Unido sigue creciendo.