La historia marítima de España está marcada por la influencia de la Compañía Trasatlántica Española, una entidad que no solo facilitó el transporte de personas y mercancías entre España y América, sino que también se convirtió en un registro civil móvil en alta mar. A través de las actas de defunción y nacimiento que se conservan en el Museu Marítim de Barcelona, se pueden vislumbrar las vidas de aquellos que navegaron en sus barcos, así como las tragedias que a menudo acompañaron estos viajes.
### La Compañía Trasatlántica: Un Vínculo entre Dos Mundos
Fundada en 1881, la Compañía Trasatlántica Española surgió como una evolución de la Compañía de Vapores Correos A. López, establecida en 1849. Su objetivo inicial era el transporte de correo y pasaje entre España y sus colonias en América, especialmente Cuba y Puerto Rico. Durante sus primeros años, la compañía logró contratos significativos con el gobierno español, lo que le permitió expandir sus operaciones y establecer rutas regulares.
Los barcos de la Trasatlántica eran más que simples medios de transporte; eran el hogar temporal de miles de personas. Desde inmigrantes en busca de una nueva vida hasta soldados que regresaban de conflictos coloniales, cada viaje estaba cargado de historias. Sin embargo, la vida en el mar no estaba exenta de peligros. Enfermedades como la fiebre amarilla y el paludismo cobraban vidas, y los barcos se convirtieron en escenarios de tragedias humanas.
Un ejemplo notable es el caso de Víctor Padrós Pujol, quien falleció en 1899 a bordo del vapor ‘México’ debido a la fiebre amarilla. Su acta de defunción revela no solo la causa de su muerte, sino también el protocolo que se seguía en tales circunstancias: el cuerpo fue arrojado al mar, una práctica común en la época, especialmente antes de la invención de las cámaras frigoríficas en los barcos. Este procedimiento, aunque desgarrador, era parte de la rutina en un tiempo donde la muerte en el mar era una realidad frecuente.
### Vidas y Muertes en el Mar: Historias de la Trasatlántica
Las actas de defunción y nacimiento que se conservan en el museo son un testimonio de las vidas que se cruzaron en el océano. Por ejemplo, la historia de Florencio Montiel Cruz, un joven soldado que murió a bordo del ‘Montevideo’ a causa del paludismo. Su acta indica que no dejó propiedades y que su cuerpo fue también arrojado al mar, un destino que compartieron muchos otros soldados que regresaban de la guerra.
La repatriación de tropas tras la pérdida de las últimas colonias españolas en América fue un periodo crítico para la Trasatlántica. Durante estos años, el número de muertes a bordo aumentó drásticamente, y se publicaron libros anuales que documentaban las defunciones en cada barco. Este registro no incluía a aquellos soldados que, malheridos, no lograban sobrevivir hasta llegar a puerto, lo que añade una capa de tragedia a la narrativa de la compañía.
A pesar de las historias tristes, también hay relatos de esperanza y nuevos comienzos. Un ejemplo es el nacimiento de Luis Manuel Fulgencio Jesús Morales Errea, quien llegó al mundo en el vapor ‘Montserrat’ en 1899. Su acta de nacimiento, que fue registrada en el puerto de Manila, simboliza la vida que continuaba a pesar de las adversidades. Estos relatos de nacimiento contrastan con las actas de defunción, ofreciendo una visión más completa de la experiencia humana en el mar.
El Museu Marítim de Barcelona no solo preserva estas actas, sino que también está realizando un esfuerzo por digitalizar y analizar estos documentos. Esto podría permitir a los investigadores trazar un mapa de los entierros en el mar y comprender mejor las condiciones de vida y muerte en los barcos de la Trasatlántica. La información recopilada podría ofrecer una visión más amplia de la historia marítima de España y su relación con América, así como un homenaje a aquellos que vivieron y murieron en el mar.
La historia de la Compañía Trasatlántica es, por tanto, un reflejo de la complejidad de las relaciones entre España y sus colonias, un recordatorio de las vidas que se cruzaron en el océano y de las tragedias que a menudo se ocultaron tras las olas. A través de las actas que se conservan, se puede vislumbrar no solo el pasado de una compañía naviera, sino también el de un país que navegó entre la esperanza y la desesperación en un mundo en constante cambio.