La reciente escalada de violencia entre Israel e Irán ha transformado el panorama político en la región, generando un notable cambio en la percepción pública y el apoyo hacia el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. En un contexto donde la guerra en Gaza había fragmentado a la sociedad israelí, la ofensiva militar contra Irán ha logrado unir a la población en torno a un objetivo común: la defensa del país frente a lo que consideran una amenaza existencial.
**Apoyo Popular y Político a Netanyahu**
Un reciente sondeo realizado por la Universidad Hebrea de Jerusalén revela que el 83% de los ciudadanos judíos israelíes respaldan los ataques aéreos contra las instalaciones nucleares y otros objetivos militares en Irán. Este apoyo se ha traducido en una cohesión política inusual, donde incluso los partidos de oposición han decidido no presentar una moción de censura contra Netanyahu, a pesar de que solo una semana antes habían considerado disolver la Knéset. La situación ha llevado a figuras políticas como Avigdor Lieberman y Benny Gantz a declarar que el tema de Irán trasciende las divisiones ideológicas, enfatizando que la seguridad del país es una prioridad que debe estar por encima de cualquier consideración política.
La ofensiva israelí ha resultado en la muerte de altos mandos militares iraníes y la destrucción de instalaciones estratégicas, lo que ha intensificado la respuesta de Irán, que ha lanzado más de 400 misiles hacia territorio israelí. A pesar de las pérdidas humanas y materiales, el consenso entre la mayoría judía israelí es notable, aunque la brecha con la minoría árabe del país es evidente, ya que solo un 12% de esta población apoya la ofensiva. La diputada Aida Touma-Suleiman ha criticado la operación, señalando que representa una catástrofe para ambos pueblos, el iraní y el israelí.
**La Respuesta de Irán y el Contexto Internacional**
En respuesta a los ataques israelíes, el líder supremo iraní, Ali Jamenei, ha desestimado las demandas de rendición incondicional planteadas por el presidente estadounidense, Donald Trump. La situación ha llevado a un endurecimiento de la censura en Irán, donde las autoridades han restringido la cobertura mediática de los bombardeos y han prohibido la grabación de imágenes por parte de la ciudadanía. Esto ha generado un clima de incertidumbre y miedo, con miles de ciudadanos intentando huir de Teherán ante la inminencia de nuevos ataques.
La dinámica internacional también juega un papel crucial en este conflicto. La administración de Trump ha manifestado su apoyo a Israel, sugiriendo que la rendición total de Irán es una condición para la paz. Este enfoque ha llevado a un aumento de las tensiones, con Netanyahu prometiendo continuar los ataques hasta que se eliminen las amenazas del régimen de los ayatolás. En este contexto, el Ministerio de Defensa israelí ha afirmado que continuará atacando los símbolos del régimen iraní, lo que sugiere que la ofensiva podría extenderse en el tiempo y en alcance.
La guerra ha paralizado la vida cotidiana en ambos países. En Israel, las alarmas antiaéreas suenan constantemente, mientras que en Irán, las carreteras hacia las afueras de Teherán se congestionan con ciudadanos que intentan escapar de los bombardeos. La situación humanitaria se deteriora rápidamente, con un número creciente de víctimas civiles en ambos lados del conflicto.
La guerra contra Irán ha proporcionado a Netanyahu un respiro político en un momento en que su popularidad estaba en declive debido a la gestión de la guerra en Gaza, donde se han reportado miles de muertes palestinas. En este sentido, Netanyahu ha logrado reposicionarse como un líder en tiempos de crisis, argumentando que la lucha contra Irán es una cuestión existencial para Israel.
A medida que la situación evoluciona, el futuro del conflicto entre Israel e Irán sigue siendo incierto. Las tensiones continúan aumentando, y con cada ataque, la posibilidad de una escalada mayor se vuelve más real. La comunidad internacional observa con preocupación, consciente de que cualquier error podría tener repercusiones devastadoras no solo para la región, sino para el equilibrio global de poder.