La historia de la psiquiatría está plagada de diagnósticos que, en su momento, fueron considerados válidos, pero que hoy en día son vistos como ejemplos de cómo la ciencia puede ser manipulada para justificar ideologías y prácticas opresivas. Desde la drapetomanía hasta la homosexualidad, estos términos reflejan no solo la evolución del entendimiento médico, sino también las tensiones sociales y culturales de su tiempo.
### Diagnósticos Raciales y de Género
Uno de los ejemplos más notorios de diagnósticos psiquiátricos inventados es la drapetomanía, acuñada por el psiquiatra Samuel Cartwright en 1851. Este término se utilizaba para describir el “deseo de los esclavos africanos de escapar de sus amos”. En un contexto donde la esclavitud era considerada un orden natural, este diagnóstico servía para deshumanizar a las personas esclavizadas, presentando su deseo de libertad como una enfermedad mental. La disestesia etiópica, otro término creado por Cartwright, se refería a la apatía hacia el trabajo, y su “cura” incluía castigos físicos. Estos diagnósticos no solo eran un reflejo de la ciencia de la época, sino que también eran herramientas de control social que legitimaban la opresión racial.
La histeria es otro diagnóstico que ha sido profundamente problemático, especialmente en su relación con las mujeres. Desde la antigüedad, este término se utilizó para describir una serie de comportamientos que se consideraban desviaciones de la norma femenina. La idea de que el útero podía “errante” y causar enfermedades fue una creencia común que llevó a la tortura y la represión de muchas mujeres. A lo largo de los siglos, las mujeres que mostraban signos de independencia o resistencia a los roles de género impuestos eran diagnosticadas con histeria y sometidas a tratamientos brutales, que iban desde la castración hasta la extirpación del clítoris. Este diagnóstico fue finalmente eliminado del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) en 1980, pero su legado de misoginia persiste en la cultura contemporánea.
### La Manipulación de la Salud Mental
El síndrome post-aborto es un ejemplo más reciente de cómo los diagnósticos pueden ser utilizados como herramientas de manipulación social. Surgido en la década de 1970, este término fue promovido por grupos conservadores y católicos para presentar el aborto como una amenaza psicológica. Sin embargo, la comunidad médica nunca ha reconocido este síndrome debido a la falta de evidencia científica. A pesar de esto, sigue siendo utilizado por algunos sectores para desacreditar a las mujeres que han tomado la decisión de interrumpir un embarazo, perpetuando el estigma y la culpa.
La monomanía, que se refería a una obsesión irracional por una sola idea, también ha sido utilizada en contextos judiciales para justificar conductas delictivas. Aunque este término fue popular en el siglo XIX, su ambigüedad llevó a su eventual desaparición. En el caso de la ninfomanía, este diagnóstico fue creado exclusivamente para mujeres consideradas promiscuas, y su uso reflejaba un sesgo sexista que despojaba a las mujeres de su autonomía sexual.
La nostalgia, que originalmente se consideraba una enfermedad, fue diagnosticada en soldados y estudiantes que sufrían por la lejanía de su hogar. Este término, acuñado en 1688, ha evolucionado con el tiempo, pero su origen como diagnóstico refleja cómo las emociones humanas han sido patologizadas en diferentes contextos históricos.
Finalmente, la homosexualidad fue incluida como un trastorno mental en el DSM-I en 1952, reflejando la cultura homofóbica de la época. Su eliminación en 1973 fue un paso significativo hacia la aceptación de la diversidad sexual, aunque aún persisten actitudes que consideran la homosexualidad como una patología. La historia de estos diagnósticos inventados no solo revela la evolución de la psiquiatría, sino que también pone de manifiesto cómo la ciencia puede ser utilizada para perpetuar ideologías dañinas.
A medida que avanzamos hacia el futuro, es crucial recordar estas lecciones del pasado. La historia de los diagnósticos psiquiátricos inventados es un recordatorio de la importancia de cuestionar las narrativas dominantes y de luchar por una comprensión más inclusiva y compasiva de la salud mental. La ciencia debe ser una herramienta para la liberación, no para la opresión, y es responsabilidad de todos nosotros asegurarnos de que no se repitan los errores del pasado.
