La situación en Gaza ha sido un tema candente en la política internacional, especialmente tras el conflicto reciente que ha dejado a la región en un estado de crisis humanitaria. En este contexto, la Administración Trump ha presentado un plan que busca establecer una Fuerza de Seguridad Internacional (ISF) en Gaza a partir de enero de 2026. Este ambicioso proyecto tiene como objetivo desmilitarizar a Hamás y garantizar la seguridad en la región durante un periodo de transición que podría extenderse hasta finales de 2027.
### Detalles del Plan de Seguridad Internacional
El plan propuesto por la Administración Trump incluye la creación de una «Junta de Paz» que estaría presidida por el propio Trump. Esta junta tendría la responsabilidad de gobernar Gaza y supervisar la implementación de diversas medidas de seguridad y administración. La ISF estaría compuesta por tropas de varios países aliados, encargadas de proteger las fronteras, asegurar los corredores humanitarios y entrenar a una nueva fuerza policial palestina.
Según el borrador del proyecto de resolución que ha sido enviado a miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, la ISF no solo se encargaría de la seguridad, sino que también tendría un mandato amplio para desmilitarizar a Hamás. Esto incluye la destrucción de la infraestructura militar y la prevención de la reconstrucción de capacidades bélicas por parte de grupos armados no estatales. Sin embargo, la propuesta ha encontrado resistencia, tanto de Israel, que rechaza la participación de Turquía, como de Hamás, que se opone a un desarme total.
El plan también contempla que la ISF actúe bajo un comando unificado, lo que podría facilitar la coordinación entre las diferentes fuerzas involucradas. Este enfoque busca asegurar que las operaciones se realicen de acuerdo con el derecho internacional y que se respeten los derechos humanos de los civiles en Gaza.
### Reacciones Internacionales y Desafíos
La respuesta internacional al plan ha sido variada. Algunos países, como Egipto, Indonesia y Turquía, han mostrado disposición a participar en la ISF, mientras que otros, como Israel, han expresado su rechazo a la inclusión de tropas turcas. Esta división refleja las complejidades geopolíticas de la región y las tensiones históricas entre los actores involucrados.
Además, la propuesta enfrenta el desafío de obtener la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. La delicadeza de la situación requiere que se logre un consenso entre los miembros permanentes del consejo, incluidos Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido y Rusia. Cualquier veto por parte de uno de estos países podría frustrar el despliegue de la ISF y, por ende, la implementación del plan.
Por otro lado, la situación en Gaza sigue siendo crítica. Desde el inicio del alto el fuego el 10 de octubre, se han reportado numerosas muertes y heridos en la región, lo que subraya la urgencia de una solución efectiva. La ISF, según el plan, debería garantizar la seguridad durante un periodo de transición en el que Israel se retiraría gradualmente de otras zonas de Gaza, permitiendo que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) asuma el control a largo plazo.
La propuesta de la Administración Trump es, sin duda, un intento de abordar una de las crisis más complejas del mundo contemporáneo. Sin embargo, su éxito dependerá de la voluntad de los actores internacionales para colaborar y de la capacidad de la ISF para operar en un entorno tan volátil. La implementación de este plan podría marcar un cambio significativo en la dinámica de poder en Gaza y en la región en general, pero también plantea interrogantes sobre la viabilidad de una paz duradera en un contexto tan cargado de tensiones y conflictos históricos.
