En un ambiente de fervor patriótico y antiestadounidense, Irán celebró el 46 aniversario de la toma de su embajada en Teherán, un evento que marcó un hito en las relaciones entre el país persa y Estados Unidos. Las manifestaciones, que tuvieron lugar el 4 de noviembre, fueron una mezcla de protestas masivas y escenificaciones simbólicas que reflejan la profunda enemistad que persiste entre ambas naciones. Durante la jornada, miles de iraníes se congregaron frente a lo que alguna vez fue la embajada estadounidense, ahora convertida en un museo conocido como el «Nido de Espías». La atmósfera estaba cargada de consignas como «Muerte a Estados Unidos» y «Muerte a Israel», que resonaban entre los asistentes, mientras se exhibían maquetas de misiles y se llevaban a cabo representaciones de ahorcamientos de figuras como Donald Trump y Benjamín Netanyahu.
El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, aprovechó la ocasión para reiterar su postura intransigente respecto a las negociaciones nucleares con Estados Unidos. En su discurso, afirmó que cualquier posibilidad de diálogo estaba condicionada a que Washington detuviera su apoyo a Israel y retirara sus bases militares de la región. Esta declaración se produce en un contexto de nuevas sanciones internacionales impuestas a Irán, lo que ha complicado aún más la ya tensa relación entre ambos países.
### Escenificaciones y simbolismo en las protestas
Las manifestaciones no solo se limitaron a gritos de consignas; también incluyeron actos simbólicos que reflejan la narrativa oficial del régimen iraní. En una de las escenas más impactantes, muñecos de Trump y Netanyahu fueron colgados de una grúa, un acto que evoca las ejecuciones públicas que se llevan a cabo en la República Islámica. Este tipo de escenificación busca reforzar la imagen de Estados Unidos e Israel como enemigos del pueblo iraní, y al mismo tiempo, consolidar el apoyo interno al régimen.
Los participantes en las protestas llevaban pancartas que proclamaban mensajes como «Pisotearemos a Estados Unidos» y «Estados Unidos está colapsando», lo que indica un fuerte sentimiento de resistencia y rechazo hacia la influencia estadounidense en la región. La jornada fue descrita por las autoridades como «histórica», subrayando la importancia de la conmemoración en el contexto actual de tensiones geopolíticas.
Mahdi Rahmani, un estudiante de Psicología de 22 años, expresó su perspectiva sobre la situación: «Después de la guerra de 12 días en junio, en la que Israel y Estados Unidos atacaron nuestras instalaciones, hemos visto más claro que nunca quién es el agresor. Los iraníes no serán doblegados jamás». Este tipo de declaraciones resuena con la narrativa oficial que busca presentar a Irán como una víctima de agresiones externas, mientras se fomenta un sentido de unidad nacional.
### La historia detrás de la toma de la embajada
La toma de la embajada estadounidense en 1979 fue un evento que desencadenó una crisis diplomática que aún perdura. Durante 444 días, 52 diplomáticos estadounidenses fueron mantenidos como rehenes, lo que llevó a un deterioro significativo en las relaciones entre Irán y Estados Unidos. Este evento se ha convertido en un símbolo de resistencia para el régimen iraní, que lo utiliza para justificar su postura antioccidental y su política de defensa militar.
La conmemoración de este aniversario no solo es un recordatorio de la historia reciente, sino también una herramienta para el régimen iraní en su lucha por mantener el apoyo popular. En un contexto donde las sanciones internacionales y las tensiones regionales continúan, el gobierno iraní busca consolidar su narrativa de resistencia y soberanía frente a lo que considera agresiones externas.
A medida que las tensiones entre Irán y Estados Unidos siguen escalando, la posibilidad de un diálogo parece cada vez más lejana. Las palabras de Jameneí, que cierran la puerta a nuevas negociaciones, reflejan un clima de desconfianza que dificulta cualquier intento de reconciliación. En este sentido, las manifestaciones del 4 de noviembre no solo fueron un acto de conmemoración, sino también una reafirmación de la postura del régimen ante un mundo que perciben como hostil.
