La historia del bar Don Jamón en Paiporta es un testimonio de resiliencia y solidaridad en tiempos de adversidad. Gema y Alfredo, quienes han regentado este establecimiento durante 17 años, enfrentaron una de las pruebas más difíciles de sus vidas cuando, el 29 de octubre de 2024, su negocio y su hogar fueron devastados por una inundación. Este evento, conocido como dana, no solo afectó a su bar, sino que también alteró la vida de toda la comunidad. Sin embargo, la determinación de Gema y Alfredo para reconstruir y ayudar a su pueblo se convirtió en un faro de esperanza para muchos.
La inundación dejó a la pareja en un estado de shock. Gema recuerda cómo, mientras luchaba por limpiar el barro que había invadido su bar, se sentía perdida y abrumada. «Esto es lo peor que me ha pasado en la vida», reflexiona. Sin embargo, tras unos días de reflexión, decidió que debía volver a abrir su negocio. En solo 20 días, gracias a la ayuda de amigos y voluntarios, Don Jamón reabrió sus puertas, convirtiéndose en el primer bar en hacerlo en Paiporta tras la catástrofe. Para Gema, abrir el bar no solo significaba recuperar su fuente de ingresos, sino también ofrecer un espacio de encuentro y consuelo para los vecinos que habían perdido tanto.
### La Importancia de la Comunidad
La apertura de Don Jamón fue más que un acto comercial; fue un acto de solidaridad hacia la comunidad. Gema menciona que, en esos momentos difíciles, el simple hecho de poder disfrutar de un café o unas tapas en compañía de otros era un alivio emocional. «El poder tomarse un café en esos momentos, el poder sentarse y tomarte unas bravas, eso era un regalazo. Cambiaba la cara», dice Gema, destacando la importancia de la comunidad en la recuperación de todos.
La pareja ha recibido numerosas ayudas, tanto públicas como privadas, que les han permitido seguir adelante. Gema destaca la rapidez con la que recibió apoyo de Juan Roig, un empresario local, quien le ayudó a resolver su situación financiera en cuestión de horas. «Eso es majestuoso», afirma Gema, reconociendo que no todos tuvieron la misma suerte y que la burocracia ha sido un obstáculo para muchos afectados. Sin embargo, a pesar de los desafíos, Gema se siente afortunada por el respaldo que ha recibido y por la solidaridad de sus vecinos.
La experiencia de la inundación ha cambiado la perspectiva de Gema sobre la vida y la gente. «Esto me ha enseñado a que abunda más la gente buena que la mala. Me ha enseñado a ser mejor», reflexiona. Esta nueva visión la impulsa a ayudar a otros en situaciones similares, convirtiendo su dolor en una motivación para hacer el bien. Gema ha aprendido a relativizar las dificultades y a valorar la valentía que ha demostrado su comunidad al enfrentar la adversidad.
### Las Secuelas de la Dana
A pesar de la recuperación, las secuelas de la dana persisten. Gema comparte que cada vez que escucha la alerta de lluvias, su cuerpo reacciona de manera visceral. «Se me eriza la piel cuando escucho ese sonido. No quiero volver a escucharlo nunca», confiesa, evidenciando el trauma que ha dejado la experiencia. La angustia y el miedo son sentimientos que muchos en Paiporta comparten, y aunque han pasado meses desde la inundación, el recuerdo sigue vivo.
La incertidumbre sobre futuras inundaciones también pesa en la mente de Gema y otros comerciantes. Preguntada sobre si la alerta del 29 de octubre de 2024 hubiera llegado antes, Gema reflexiona sobre la responsabilidad individual en la toma de decisiones. «Lo que no es justo es que sin comerlo ni beberlo, nadie sabíamos qué estaba pasando», dice, enfatizando la necesidad de una mejor comunicación y preparación ante desastres naturales.
A un año de la tragedia, la comunidad de Paiporta sigue enfrentando desafíos. La urbanización de zonas inundables es un tema de preocupación constante, y muchos se preguntan si están realmente preparados para enfrentar otra dana. Gema, por su parte, se siente capaz de superar cualquier adversidad. «Soy capaz de todo», afirma con determinación, recordando que la experiencia la ha hecho más fuerte y resiliente.
La historia de Don Jamón es un ejemplo de cómo la comunidad puede unirse en tiempos de crisis, mostrando que, a pesar de las dificultades, la solidaridad y la esperanza pueden prevalecer. Gema y Alfredo no solo han reconstruido su negocio, sino que también han fortalecido los lazos con su comunidad, convirtiéndose en un símbolo de resistencia y apoyo mutuo en Paiporta.
