La inmigración ha sido un tema recurrente en el debate político español, especialmente en el contexto de la escasez de mano de obra en ciertos sectores. Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular, ha planteado que el enfoque hacia la inmigración no debería ser un simple sí o no, sino más bien una cuestión de cuánta inmigración se necesita y con qué objetivos. Esta perspectiva se alinea con su propuesta de implementar un sistema de «visado por puntos» que busca atraer a migrantes dispuestos a trabajar en sectores donde hay una clara falta de mano de obra.
### El Modelo de Visado por Puntos: ¿Una Solución Efectiva?
El sistema de visado por puntos que propone Feijóo se inspira en modelos utilizados en países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Estos países han desarrollado sus propios sistemas de inmigración que priorizan la llegada de migrantes con habilidades específicas que se alinean con las necesidades del mercado laboral. En general, estos sistemas asignan puntos basados en criterios como la edad, el nivel educativo, la experiencia laboral y el dominio del idioma del país de destino.
Sin embargo, la implementación de un sistema de puntos no es una panacea. A pesar de su aparente lógica, la experiencia internacional ha demostrado que estos modelos pueden tener limitaciones significativas. Por ejemplo, en Canadá, un porcentaje considerable de migrantes altamente cualificados se encuentra en situaciones de sobreeducación, lo que significa que trabajan en empleos que no requieren su nivel de formación. Esto plantea la pregunta de si un sistema similar en España podría realmente resolver los problemas de escasez de mano de obra en sectores críticos como la agricultura, la hostelería y el cuidado de personas mayores.
### Desafíos y Consideraciones Éticas
La propuesta de un sistema de puntos también plantea dilemas éticos. Al priorizar ciertos criterios, se corre el riesgo de crear una jerarquía entre los migrantes, donde algunos son considerados más valiosos que otros. Esto podría llevar a la exclusión de grupos que, aunque no cumplan con todos los requisitos del sistema, son esenciales para el funcionamiento de la economía. Por ejemplo, las mujeres con trayectorias laborales interrumpidas o los migrantes de países en desarrollo podrían ser desincentivados a emigrar, a pesar de que su contribución podría ser vital en sectores donde hay una alta demanda de mano de obra.
Además, la experiencia de otros países muestra que la implementación de un sistema de puntos requiere una administración sofisticada y una evaluación continua de resultados. En el caso de España, donde la gestión migratoria está influenciada por las políticas de la Unión Europea y donde la demanda de trabajo puede ser volátil, la adaptación de un modelo de este tipo podría ser aún más complicada.
En resumen, aunque la idea de un sistema de visado por puntos puede parecer atractiva en teoría, su aplicación práctica en España debe ser considerada con cautela. La política migratoria debería centrarse en atraer y cuidar a aquellos que son realmente esenciales para la sostenibilidad económica y social del país, en lugar de simplemente aplicar un modelo que ha funcionado en contextos muy diferentes. La clave podría estar en desarrollar un enfoque más coherente y adaptado a las realidades del mercado laboral español, que no solo considere la cualificación, sino también las condiciones laborales y salariales que se ofrecen a los migrantes.
