La reciente dimisión de Dovilė Šakaliene, ministra de Defensa de Lituania, ha desatado una crisis política en el país báltico. La renuncia se produce en un contexto de tensiones sobre el gasto militar, donde Šakaliene ha exigido un presupuesto mínimo del 5,5% del PIB para el año 2026. Este desacuerdo ha llevado a la primera ministra, Inga Ruginiene, a calificar la situación como un «acto de sabotaje», lo que ha intensificado las críticas hacia la gestión del gobierno en materia de defensa.
La ministra de Defensa, que ha estado en el cargo desde el inicio del gobierno actual, ha argumentado que la seguridad de Lituania debe ser una prioridad, especialmente ante la creciente amenaza de Rusia en la región. En un mensaje publicado en su cuenta de Facebook, Šakaliene expresó su preocupación por el hecho de que el gasto en defensa no alcanzaría el 5% del PIB, lo que consideraba insuficiente para garantizar la seguridad del país. La ministra subrayó que un ejército fuerte y una sociedad resiliente son fundamentales para la defensa nacional.
La controversia se intensificó tras una reunión informal en el Ministerio de Defensa, donde se discutieron los planes de gasto militar. Según informes, los documentos internos revelaron que las proyecciones iniciales indicaban que el gasto militar sería inferior al 4% del PIB. A pesar de que el gobierno había acordado aumentar el gasto al 4,87% en una reunión anterior, las críticas de expertos y blogueros militares llevaron a un compromiso de elevarlo al 5,38%. Sin embargo, Šakaliene consideró que estas cifras seguían siendo insuficientes y que algunas adquisiciones necesarias tendrían que ser canceladas.
La renuncia de Šakaliene no solo deja un vacío en el Ministerio de Defensa, sino que también refleja una falta de confianza en el gobierno de Ruginiene. La primera ministra había manifestado su desconfianza hacia la ministra, lo que llevó a la decisión de destituirla. Esta situación se agrava aún más por la vacante en el Ministerio de Cultura, que quedó sin titular tras la dimisión de Ignotas Adomavičius, quien fue criticado por su falta de experiencia en el sector cultural.
La crisis política en Lituania se produce en un momento en que el país, como miembro de la OTAN, enfrenta desafíos significativos en términos de seguridad. La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad de una defensa robusta en la región, lo que ha llevado a muchos países a reevaluar sus presupuestos de defensa. La situación en Lituania es un reflejo de estas tensiones, donde la presión por aumentar el gasto militar se encuentra con la realidad de un gobierno dividido y en crisis.
La dimisión de Šakaliene también ha suscitado preocupaciones sobre la dirección futura de la política de defensa de Lituania. Con dos ministerios vacantes, el gobierno socialdemócrata de Ruginiene enfrenta un desafío significativo para mantener la cohesión y la confianza en su capacidad para gestionar la seguridad nacional. La falta de un liderazgo claro en el Ministerio de Defensa podría tener repercusiones en la estrategia de defensa del país y en su posición dentro de la OTAN.
A medida que Lituania navega por esta crisis, la atención se centra en cómo el gobierno abordará las preocupaciones sobre el gasto en defensa y cómo se resolverán las diferencias internas. La situación es un recordatorio de que, en tiempos de incertidumbre global, la unidad y la claridad en la política de defensa son más cruciales que nunca. La renuncia de Šakaliene podría ser un punto de inflexión en la política de defensa de Lituania, y el país deberá actuar rápidamente para restaurar la confianza y la estabilidad en su gobierno.
