La memoria histórica en España ha cobrado un nuevo impulso con la inminente inauguración del memorial dedicado a los 1.686 fusilados por el franquismo en el Camp de la Bota, un lugar emblemático que ha estado marcado por la tragedia y el sufrimiento. Este monumento, que será inaugurado por el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, el próximo lunes, representa un paso significativo en el reconocimiento de las víctimas de la dictadura en Catalunya. La obra, diseñada por el artista Francesc Abad y ejecutada por el despacho de arquitectos Ruiz Larrea, se ha estado preparando durante más de ocho años, un proceso que ha estado lleno de obstáculos y retrasos.
La escultura, conocida como ‘Bosc d’Empremtes’, se erige sobre una superficie de 163 metros cuadrados y está compuesta por 1.276 tubos de hierro de 6,1 metros de altura, dispuestos en 36 hileras. Esta disposición no es casual; evoca a los ajusticiados y se asemeja a las cerdas de un cepillo invertido sobre una huella dactilar azul, simbolizando la necesidad de “cepillar la historia a contrapelo”, una referencia al filósofo Walter Benjamin. Este concepto invita a cuestionar y deconstruir el relato oficial de los vencedores, ofreciendo una nueva perspectiva sobre los hechos históricos que marcaron a la sociedad española.
El memorial no solo se limita a la escultura principal. También incluye un muro donde se colgarán paneles informativos sobre los hechos históricos, referencias a otros espacios de memoria y las coordenadas exactas donde se llevaron a cabo las ejecuciones. Este muro emula el parapeto ante el que se alineaban los pelotones de fusilamiento, un recordatorio tangible de la brutalidad que se vivió en este lugar entre 1939 y 1952, donde se fusiló a centenares de represaliados, incluidas 12 mujeres.
La historia del Camp de la Bota es una de las más oscuras de Catalunya, un recordatorio de las atrocidades cometidas durante la dictadura franquista. A pesar de que el proyecto del memorial fue aprobado en 2017, su realización ha enfrentado numerosos desafíos. Desde la falta de consenso entre las instituciones hasta los obstáculos burocráticos, el camino hacia la inauguración ha sido largo y complicado. Sin embargo, la comunidad local, representada por la agrupación de ERC en Sant Adrià, ha mantenido viva la memoria de las víctimas, organizando actos anuales en el lugar donde se borraron todas las marcas de lo que allí ocurrió.
### Un Proyecto Memoria en el Contexto Político Actual
El diseño del memorial fue presentado en diciembre de 2019, con la expectativa de que la escultura estuviera lista para el año siguiente. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser más compleja. La creación del memorial ha estado marcada por tensiones políticas, especialmente tras la instalación de un mural en Barcelona que honra a los fusilados. Este mural, inaugurado por la alcaldesa Ada Colau, generó desconcierto en Sant Adrià y en la Generalitat, ya que se consideró que se había contraprogramado el homenaje que se estaba planificando. A pesar de las diferencias, se ha llegado a un acuerdo que permite que ambos espacios de memoria coexistan, contribuyendo a un reconocimiento más amplio de las víctimas del franquismo.
La burocracia también ha jugado un papel crucial en el retraso del proyecto. El Consorcio del Besòs planteó objeciones que mantuvieron la obra estancada durante meses, lo que llevó a un intercambio de documentos y discusiones técnicas que parecían no tener fin. La pandemia de COVID-19 también afectó el cronograma, priorizando otras obras y dejando el memorial en un segundo plano. A pesar de estos contratiempos, la Generalitat ha asumido el costo total de la obra, que asciende a 598.370,66 euros, y finalmente se han superado los obstáculos para que el memorial sea una realidad.
La inauguración del memorial en Sant Adrià no solo representa un homenaje a las víctimas del franquismo, sino que también es un acto de reivindicación de la memoria histórica en Catalunya. La figura de Joan Callau, exalcalde de Sant Adrià, quien falleció recientemente, es emblemática en este contexto. Callau fue un ferviente defensor de que el memorial se erigiera en su ciudad, y su legado perdura en este homenaje a los que sufrieron en silencio durante años.
La creación de este memorial es un paso hacia la reconciliación y el reconocimiento de un pasado doloroso que aún resuena en la memoria colectiva. La comunidad espera que este espacio no solo sirva como un recordatorio de las atrocidades cometidas, sino que también fomente el diálogo y la reflexión sobre la importancia de la memoria histórica en la construcción de una sociedad más justa y consciente de su pasado.