Con más de mil años de historia, tres emblemáticos barcos vikingos están a punto de emprender un viaje crucial hacia su nuevo hogar en Noruega. Este traslado, que se llevará a cabo en un ambiente de alta precisión y cuidado, marca un hito en la conservación del patrimonio cultural noruego. El Oseberg, el Gokstad y el Tune, construidos entre los años 840 y 910, han sido testigos de innumerables travesías y ahora se preparan para su último viaje, que promete ser tanto emocionante como desafiante.
### La Historia de los Barcos Vikingos
Los barcos vikingos son una parte fundamental de la historia marítima de Noruega y representan la maestría de la construcción naval de la época. El Oseberg, conocido por su impresionante decoración y su estado de conservación, es considerado el barco vikingo mejor preservado del mundo. Este barco, que fue descubierto en un túmulo funerario, es un testimonio de la habilidad artesanal de los vikingos, con elaboradas esculturas que adornan su casco.
Por otro lado, el Gokstad es el más grande de los tres, con 23 metros de largo y 5 metros de ancho, y tenía capacidad para 32 remeros. Este barco es un símbolo de la fuerza y la capacidad de los vikingos para navegar en aguas abiertas. El Tune, aunque más deteriorado, se cree que era un barco de guerra, diseñado para ser rápido y ágil en combate. Sin embargo, a pesar de su importancia histórica, ninguno de estos barcos es un «drakkar», un término que ha sido desacreditado por historiadores que argumentan que fue creado en el siglo XIX sin base histórica.
### Desafíos en el Traslado
El traslado de estos barcos a su nueva ubicación en el Museo de la Era Vikinga en Oslo no es una tarea sencilla. La fragilidad de los barcos, que han sobrevivido más de mil años, plantea un riesgo significativo. El casco de roble del Oseberg, por ejemplo, está envuelto en una pesada protección metálica y debe ser movido con extremo cuidado. La operación está diseñada para ser lenta y meticulosa, con un ritmo de 5,5 minutos por metro recorrido, lo que significa que el Oseberg recorrerá aproximadamente 100 metros en un total de 10 horas.
Aud Tønnessen, directora del museo, ha expresado su emoción y preocupación por este traslado. «Hay algo profundamente conmovedor en pensar que estos barcos, con su larga historia y todas las travesías realizadas, van a emprender su último viaje», comentó. La conservación de estos barcos es de suma importancia, ya que se encontraban en un edificio construido en 1926 que resultaba inadecuado para su preservación. La humedad y las vibraciones habían comenzado a afectar su integridad, lo que llevó a la decisión de trasladarlos a un nuevo edificio climatizado, diseñado específicamente para su conservación.
David Hauer, conservador del museo, ha estado trabajando en este proyecto durante años y ha enfatizado la necesidad de llevar a cabo el traslado sin causar más daño a los barcos. «Cada manipulación les resulta perjudicial», advirtió. Los barcos son cascos trincados, lo que significa que sus planchas se superponen parcialmente, y cualquier deformación puede causar grietas en la madera. Por ello, se han tomado infinitas precauciones para evitar daños, incluyendo la colaboración con expertos de la industria petrolera, quienes tienen experiencia en trabajos de alta precisión.
El grado de precisión requerido para este traslado es comparable al que se necesita para manejar microscopios electrónicos en hospitales, donde la estabilidad es crucial. Sin embargo, en este caso, el desafío es aún mayor, ya que se trata de mover estructuras que tienen siglos de historia y que son extremadamente frágiles.
Si todo sale según lo planeado, el Gokstad debería llegar a su nueva ubicación en el otoño boreal, mientras que el Tune está programado para ser trasladado a mediados de 2026. Este proceso no solo es un esfuerzo por preservar la historia, sino también una oportunidad para que las futuras generaciones aprecien la rica herencia cultural de los vikingos y su legado marítimo. La historia de estos barcos es un recordatorio de la importancia de la conservación y el respeto por el patrimonio cultural, que nos conecta con nuestro pasado y nos ayuda a entender mejor nuestro presente.