La reciente visita de Kim Jong-un a Pekín, donde se unirá a Vladímir Putin en los actos conmemorativos del Día de la Victoria en la II Guerra Mundial, marca un hito significativo en las relaciones internacionales. Este evento no solo simboliza un acercamiento entre estos tres países, sino que también representa un desafío directo a las potencias occidentales en un contexto geopolítico cada vez más tenso.
**Un Encuentro de Líderes Autocráticos**
La presencia de Kim Jong-un y Vladímir Putin en el desfile militar del 3 de septiembre en Pekín es un claro indicativo de la creciente cooperación entre Corea del Norte y Rusia, en un momento en que ambos países enfrentan presiones internacionales. Este desfile, que contará con la participación de 26 líderes de Estado, será una plataforma para que Xi Jinping, el presidente chino, exhiba la fuerza militar de su país y reafirme su posición en el escenario global.
El viceministro asistente de Exteriores chino, Hong Lei, ha destacado la importancia histórica de la relación entre China y Corea del Norte, recordando que ambos países se apoyaron mutuamente durante la agresión japonesa en la II Guerra Mundial. Esta narrativa no solo busca fortalecer la imagen de Kim en su país, sino que también tiene un propósito propagandístico en el ámbito internacional, mostrando una unidad entre estos regímenes autocráticos.
**Implicaciones Geopolíticas**
La reunión de estos líderes se produce en un contexto donde las relaciones entre Pekín y Pionyang habían mostrado signos de enfriamiento en los últimos años. Sin embargo, la reciente firma de un pacto de «asociación estratégica integral» entre Corea del Norte y Rusia ha revitalizado estos lazos, sugiriendo una nueva era de colaboración. Este acercamiento podría ser interpretado como una respuesta conjunta a la creciente cooperación entre Corea del Sur, Japón y Estados Unidos, lo que podría alterar el equilibrio de poder en la región.
Analistas como Yang Moo-in, presidente de la Universidad de Estudios Norcoreanos de Seúl, sugieren que este evento podría ser el mayor encuentro diplomático al que asista Kim Jong-un, lo que le permitiría consolidar su estatus global como líder. La imagen de Kim junto a Xi y Putin en el desfile podría ser utilizada para reforzar su autoridad interna y su posición en el ámbito internacional.
Además, la participación de Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia, como único líder europeo en el evento, subraya la complejidad de las alianzas internacionales actuales. Fico ha sido conocido por sus posturas prorrusas, lo que añade una capa adicional de tensión en las relaciones entre Europa y las potencias autocráticas.
**La Respuesta de Occidente**
La comunidad internacional observa con atención este desarrollo, ya que la cooperación entre China, Rusia y Corea del Norte podría tener repercusiones significativas en la seguridad global. La posibilidad de que estos países se unan para contrarrestar la influencia occidental plantea un escenario preocupante para las democracias liberales.
En este contexto, la administración estadounidense ha expresado su preocupación por el fortalecimiento de las relaciones entre estos regímenes. La reciente cumbre entre Donald Trump y el presidente surcoreano Lee Jae-myung, donde Trump manifestó su deseo de reunirse con Kim, también refleja la urgencia de abordar esta situación. Sin embargo, la falta de respuesta de Pionyang a estas ofertas de diálogo sugiere que Kim podría estar más interesado en consolidar su alianza con Rusia y China que en entablar conversaciones significativas con Occidente.
**El Futuro de la Alianza**
A medida que se acercan los actos conmemorativos en Pekín, la atención se centrará en cómo se desarrollarán las relaciones entre estos tres países en el futuro. La voluntad de China de continuar fortaleciendo sus lazos con Corea del Norte, a pesar de las tensiones en la región, indica que Pekín está dispuesto a jugar un papel activo en la promoción de una nueva dinámica geopolítica.
La cooperación entre China, Rusia y Corea del Norte podría tener un impacto duradero en la estabilidad de la región Asia-Pacífico y en la política internacional en general. A medida que estos países buscan consolidar su influencia, la comunidad internacional deberá estar preparada para responder a los desafíos que surjan de esta nueva alianza estratégica.