El verano de 2025 ha traído consigo una serie de incendios devastadores que han puesto a prueba la capacidad de respuesta del Gobierno español. Con llamas arrasando vastas extensiones de terreno en regiones como Zamora, León y Ourense, el país se enfrenta a una crisis sin precedentes en la historia de sus incendios forestales. La magnitud de estos eventos ha llevado a la creación de un comité de crisis, encabezado por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien ha compartido su perspectiva sobre la situación actual y las medidas adoptadas para combatir el fuego.
**La magnitud de la crisis**
Los incendios que asolan España han alcanzado niveles alarmantes, convirtiéndose en los más destructivos desde que se llevan registros. En particular, el incendio que se extiende entre Zamora y León ha sido catalogado como el más grande de la historia del país, mientras que en Galicia se ha declarado el mayor incendio registrado en la región. Las condiciones climáticas adversas, con temperaturas superiores a los 30 grados y una humedad extremadamente baja, han complicado aún más la lucha contra las llamas. El ministro Marlaska ha advertido que las próximas 72 horas serán críticas, con vientos que podrían superar los 50 kilómetros por hora, lo que incrementa el riesgo de propagación de los incendios.
A pesar de la gravedad de la situación, Marlaska ha descartado la declaración de una emergencia nacional, argumentando que el sistema de protección civil en España es robusto y funcional. En su opinión, la gestión de los incendios debe permanecer en manos de las comunidades autónomas, que han demostrado ser capaces de manejar la crisis. Sin embargo, su afirmación ha generado críticas, especialmente entre los familiares de las víctimas y aquellos que han perdido sus hogares.
**Recursos y coordinación en la lucha contra el fuego**
El ministro del Interior ha defendido la asignación de recursos para la prevención y respuesta a incendios, afirmando que el presupuesto destinado a estas áreas ha aumentado en un 16% y que la respuesta inmediata ante incendios ha visto un incremento del 29%. A pesar de estas cifras, muchos ciudadanos sienten que no se están haciendo lo suficiente para combatir la crisis actual. Marlaska ha reconocido la frustración de las familias afectadas, pero ha insistido en que los recursos disponibles son adecuados y que se han solicitado refuerzos cuando ha sido necesario, como la llegada de hidroaviones de Francia para ayudar en la extinción de los fuegos.
La coordinación entre el Gobierno central y las administraciones autonómicas ha sido otro punto destacado por el ministro. Según Marlaska, la colaboración ha sido óptima, y todas las peticiones de personal y material han sido atendidas de manera inmediata. Sin embargo, su mensaje ha sido recibido con escepticismo por parte de algunos críticos, que argumentan que la situación requiere una respuesta más contundente y un enfoque más proactivo.
Además, el ministro ha aprovechado la oportunidad para criticar a la oposición, específicamente a Alberto Núñez-Feijóo, quien ha cuestionado la gestión del Gobierno en relación con los incendios. Marlaska ha instado a Feijóo a dejar de utilizar la tragedia para hacer política y a enfocarse en mejorar la gestión en las comunidades autónomas gobernadas por su partido. Esta tensión política ha añadido una capa adicional de complejidad a la crisis, con acusaciones de que la oposición está tratando de capitalizar el sufrimiento de las víctimas para obtener ventajas políticas.
La situación en España es un recordatorio de los desafíos que el cambio climático presenta a la gestión de emergencias. Los incendios forestales son cada vez más frecuentes y severos, y la capacidad de respuesta del Gobierno se pone a prueba en cada evento. A medida que el país se enfrenta a esta crisis, la necesidad de un enfoque coordinado y efectivo se vuelve más urgente que nunca. La lucha contra el fuego no solo es una cuestión de recursos, sino también de voluntad política y colaboración entre diferentes niveles de gobierno. La forma en que España maneje esta crisis podría sentar un precedente para futuras emergencias, y la presión sobre el Gobierno para demostrar su eficacia es más intensa que nunca.