En los últimos años, el turismo ha enfrentado desafíos sin precedentes debido a conflictos geopolíticos y crisis humanitarias. Destinos como Israel y Rusia, que anteriormente atraían a millones de visitantes, han visto un drástico descenso en el número de turistas. Este fenómeno no solo afecta a la economía local, sino que también transforma la percepción global de estos lugares. A medida que el mundo se enfrenta a tensiones crecientes, es crucial entender cómo estos conflictos impactan en las decisiones de viaje y en la industria turística en general.
**La Caída del Turismo en Regiones Conflictivas**
Antes de la invasión a gran escala de Ucrania, Rusia era un destino popular, recibiendo alrededor de 25 millones de turistas extranjeros anualmente. Sin embargo, las cifras han caído en un 96%, lo que refleja un cambio drástico en la percepción de seguridad en la región. Por otro lado, Israel, a pesar de los conflictos persistentes, ha intentado presentar una imagen más positiva. El Gobierno de Binyamín Netanyahu reporta una disminución del turismo del 64%, aunque algunos analistas sugieren que esta cifra es engañosa. La realidad es que el número de visitantes de larga duración ha aumentado, con más de 28,400 personas que decidieron establecerse en el país en 2024, a pesar de las tensiones.
Este fenómeno se debe en parte a la fuerte conexión emocional que muchos judíos en el extranjero sienten hacia Israel. La comunidad judía en países como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido ha mostrado un aumento en las visitas, impulsadas por un sentido de identidad y pertenencia. Sin embargo, este tipo de turismo no es representativo de la tendencia general, ya que muchos viajeros evitan destinos que asocian con violencia o inestabilidad.
**Percepción de Riesgo y Turismo de Aventura**
La percepción del riesgo juega un papel crucial en las decisiones de viaje. Algunos destinos, a pesar de su violencia, siguen siendo atractivos para los turistas. Por ejemplo, Río de Janeiro es conocido por su belleza natural y vibrante cultura, lo que atrae a miles de visitantes anualmente, a pesar de su reputación de inseguridad. Maximiliano Korstanje, experto en turismo y conflictos, señala que la atracción por estos lugares puede ser impulsada por la falta de experiencias negativas directas de los viajeros.
Por otro lado, hay regiones que, aunque no están en guerra, son vistas como peligrosas debido a estereotipos culturales. Países como Marruecos, Túnez y Jordania son a menudo evitados por turistas occidentales que asocian el islam con el terrorismo. Este fenómeno se agrava cuando se producen atentados en lugares como París, que tienen un impacto mucho menor en el turismo que un ataque en un país árabe.
Sin embargo, existe una tendencia creciente hacia el turismo de aventura y riesgo. Algunos viajeros buscan experiencias en regiones que han sido relegadas por los circuitos turísticos tradicionales. Pedro Mir, un fotógrafo aficionado, ha viajado a 62 países, incluyendo aquellos en conflicto, y describe su experiencia como una forma de entender la vida después del caos. Este tipo de turismo, aunque arriesgado, permite a los viajeros tener una perspectiva más profunda y humana de las realidades que enfrentan estas naciones.
Las agencias de viajes también han comenzado a adaptarse a esta demanda. A pesar de incidentes trágicos, como la muerte de turistas en Afganistán, algunas empresas han encontrado un nicho en el turismo de riesgo, ofreciendo experiencias en lugares que otros evitarían. Robert Kyle Molina, de Lupine Travel, enfatiza que su objetivo no es capitalizar el sufrimiento, sino ofrecer una exploración ética de culturas y paisajes que son difíciles de acceder.
**El Rol del Estado en la Promoción del Turismo**
El papel de los gobiernos en la promoción de destinos turísticos también es fundamental. Algunos países optan por borrar su historia de dolor, mientras que otros la utilizan como un atractivo turístico. Por ejemplo, mientras Austria ha demolido la casa de Hitler, Colombia ha promovido la casa de Pablo Escobar como un destino turístico. Estas decisiones políticas influyen en cómo se perciben los lugares en conflicto y en la disposición de los turistas a visitarlos.
La ‘zona cero’ del atentado del 11-S en Nueva York se ha convertido en un lugar de peregrinación para muchos, mientras que en México, los turistas a menudo se aventuran en áreas controladas por el narcotráfico sin comprender los riesgos involucrados. Este tipo de turismo de riesgo, aunque peligroso, atrae a aquellos que buscan una experiencia auténtica y visceral.
En resumen, el turismo en regiones afectadas por conflictos es un fenómeno complejo que involucra una mezcla de percepción de riesgo, identidad cultural y decisiones políticas. A medida que el mundo continúa enfrentando tensiones, la forma en que los viajeros eligen explorar estos destinos seguirá evolucionando, reflejando tanto su curiosidad como su deseo de comprender las realidades de otros.