La crisis financiera de 2008 y sus consecuencias han dejado una huella profunda en la sociedad española, inspirando una variedad de obras artísticas que abordan temas como los desahucios, la salud mental y la inseguridad laboral. Sin embargo, pocas producciones se atreven a entrelazar estos temas en un formato accesible para los más jóvenes. ‘L’Olívia i el terratrèmol invisible’ se presenta como una obra única en este sentido, combinando la animación con una narrativa que invita a los niños a reflexionar sobre la complejidad de la vida.
### Un Enfoque Innovador en la Animación Infantil
Dirigida por Irene Iborra, esta película no solo es un producto de entretenimiento, sino también una herramienta educativa que busca abrir un diálogo sobre situaciones difíciles. La directora sostiene que la tendencia a sobreproteger a los niños puede ser contraproducente. «A menudo, se les aísla de las complicaciones de la vida, mientras que al mismo tiempo están expuestos a contenidos en pantallas que no siempre son apropiados», explica Iborra. La película, que se basa en el libro ‘La película de la vida’ de Maite Carranza, utiliza la técnica de ‘stop motion’ para contar la historia de Olívia, una niña de 12 años que enfrenta la amenaza de un desalojo junto a su familia.
La elección de la técnica de ‘stop motion’ no es casual. Esta forma de animación, que implica la manipulación de objetos físicos para crear la ilusión de movimiento, permite a los personajes adquirir una textura y un volumen que a menudo se pierden en las animaciones digitales. Iborra destaca que esta técnica no solo es visualmente rica, sino que también ofrece una forma de conectar emocionalmente con el público joven. «Los muñecos animados son más identificables para los niños, lo que les permite relacionarse con las emociones de los personajes sin sentirse abrumados», señala.
### La Narrativa de la Solidaridad y la Resiliencia
En el corazón de ‘L’Olívia i el terratrèmol invisible’ se encuentra un mensaje poderoso sobre la solidaridad y la acción colectiva. A medida que la madre de Olívia cae en la depresión, la niña utiliza su imaginación para consolar a su hermano pequeño, haciéndole creer que sus problemas son parte de una película. Esta narrativa no solo ofrece un respiro a los personajes, sino que también invita a los espectadores a reflexionar sobre el poder de las historias para ayudar a enfrentar la adversidad.
Iborra enfatiza que, aunque la película aborda temas difíciles como los desahucios, su enfoque es optimista. «No la considero una película sobre la crisis de los desahucios, sino una celebración del poder de la comunidad y el apoyo mutuo», afirma. Este enfoque permite que la película sea accesible para los niños, al tiempo que les ofrece una visión esperanzadora de la vida.
La película ha sido bien recibida en festivales internacionales, destacando su capacidad para conectar con el público a pesar de los temas complejos que aborda. En el Festival de Locarno, Iborra recibió elogios por su habilidad para crear una obra que, aunque trata sobre la angustia y la incertidumbre, también irradia luz y alegría. La directora espera que su trabajo no solo entretenga, sino que también inspire a otros a explorar la técnica de ‘stop motion’ en sus propias producciones.
La falta de producciones catalanas en esta técnica se debe, según Iborra, a los altos costos y el tiempo que requiere. Sin embargo, su compromiso con la ‘stop motion’ va más allá de la estética; es una declaración política sobre la importancia de lo artesanal en un mundo cada vez más digitalizado. «Es una forma de resistencia frente a la rapidez y la superficialidad de la tecnología moderna», concluye.
‘La Olívia i el terratrèmol invisible’ no solo es una película que entretiene, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la vida, la comunidad y la importancia de enfrentar las dificultades con creatividad y solidaridad. A través de su innovadora narrativa y su técnica visual, Iborra ha creado una obra que promete resonar tanto en niños como en adultos, recordándonos que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para la esperanza y la conexión humana.